¿Qué tanto les importa la legalidad?

Por el derecho a la libertad de expresión.

A nivel nacional tenemos una crisis de legalidad. El marco legal que nos debería obligar a respetar las normas que nos hemos dado, no es refrendado en la práctica por los funcionarios ni por los ciudadanos. De muchas maneras estamos siempre intentando violar las leyes. Los funcionarios gubernamentales y los de las agencias del orden, de manera práctica y constante, se brincan los preceptos legales y hacen sus propios códigos adaptados al momento y a las condiciones en que los necesiten. Entonces, se pierde el sentido de la legalidad y surge la norma de la corrupción, que todo lo corrompe y adecua al momento, encontrando soluciones inválidas que salvan engorrosos momentos.

Ante la amarga verdad de que en Tecate, mucho menos del cincuenta por ciento de sus elementos policíacos, no aprobaron el examen de confianza, la actitud de Román Cota, presidente municipal, no fue la de tratar de corregir ese infortunio, ni la de proceder a contratar más agentes policíacos. Por el contrario, decidió dejar pasar el tiempo sin hacer público el nombre de los malos elementos de la policía municipal, dando la posibilidad de conservarlos en sus puestos. Ahora, ya pasados los días, todo sigue igual en la corporación y continúan cometiendo los delitos sin mayores problemas. Todo vuelve a la anormalidad, lo que quiere decir que no nos hemos movido ni un milímetro de lo que hemos sido siempre: una sociedad sin ley.

Hasta dónde estaremos de viciados que, el emblemático Cerro de la Panocha, comenzó a ser urbanizado, abriéndose calles sin el permiso requerido por la ley, y prohibiendo el tránsito de los caminantes por esa área de esparcimiento y recreación. Esta arbitrariedad y la firmeza con la cual se da este paso, nos indica que cualquier persona que tenga los recursos económicos suficientes, puede hacer lo que se le dé la gana, sin ninguna repercusión legal futura. Al actual ayuntamiento, no le importó que pasarán sobre sus personas, violaran la reglamentación y modificarán la urbanización municipal. La vida del alcalde y de sus funcionarios de primer nivel, siguió transcurriendo como si nada pasara. Tecate es un territorio sin leyes, sin reglamentos y sin normas.

En otro orden de ideas, resulta que existen zonas en la ciudad, en las cuales la situación económica de la población, tiene las características que decida el funcionario en turno. Según una decisión unilateral, hay espacios en los cuales el ciudadano común y corriente, puede vender mercancías libremente y otras partes de la ciudad en las cuales se le prohíbe. Con visión arrogante, no existen problemas económicos que obliguen a los ciudadanos, a tratar de tener ingresos familiares con el empleo informal. Por consiguiente, se procedió a prohibir la venta de cualquier producto en el Parque Hidalgo, cuando ha sido, tradicionalmente, una zona que les permite a ciuAlgo dadanos con condiciones extremas de pobreza, vender sus productos de manera libre.

Este acuerdo de Cabildo, tomado en una reunión bajo clima artificial, saboreando una bebida de su agrado, afecta a una parte de la ciudadanía que, diariamente, experimenta las carencias de lo más elemental. Pero eso no les importa a los funcionarios públicos en turno, ellos están viviendo una época de bonanza que les durará tres años. En ese tiempo buscarán agenciarse de lo que puedan, sin importarles el resto de la población. Mientras tanto, la ciudadanía intenta ejercer los recursos legales que tiene a su disposición, sin que haya ninguna repercusión. La Sindicatura Procuradora municipal, que es el sitio legal para las quejas ciudadanas, no reacciona para defender a nadie. Sería interesante saber cuál es la eficiencia terminal de los casos que se presentan. Pero debe ser muy pobre, porque no les interesa dar resultados positivos. No les motiva la legalidad. Vale.

*El autor es licenciado en Economía con Maestría en Asuntos Internacionales por la UABC.