Sobre la maldad
La ventaja de escribir esta columna, que imagino para un pequeño grupo de seguidores, es que puedo hablar con cierta soltura.

La ventaja de escribir esta columna, que imagino para un pequeño grupo de seguidores, es que puedo hablar con cierta soltura. Nuestro vecino presidente realmente es un hombre malo, paradójicamente usa la expresión despectiva “bad hombres” para los mexicanos. No nos interesa que sepa nos expresamos mal de él, no lo queremos enojado, vean cómo le va a Canadá por responder el golpe. Él afectado por una forma de pensamiento donde no hay ni pizca de empatía real. La maldad es una realidad en la condición humana, San Agustín diría que se define por la ausencia de bondad, Kant reconoce es una inclinación profunda del ser humano, pero también considera que podemos elegir entre seguirla o no. Aunque no comulgo del todo con Foucault, fue él, el primero en trabajar la relación entre un estado y la maldad en términos de represión o violencia, esto es lo que tenemos en nuestros vecinos, un grupo de mentes con el común denominador de la ausencia de empatía real, siendo su icono el presidente. No queremos ni nombrarlo ya que él entra en la categoría de la psicopatología como maldad narcisista; falta de empatía, explotación de otros y crueldad emocional. Existe el narcisista exitoso y el fallido. Cuando están en una situación de mucho poder lo que destacará es la maldad, cuando son unos cualquieras se sentirán fracasados y serán unos amargados. El vecino en cuestión simplemente no tiene el dilema moral del bien y del mal, para negociar con él hay que tener esto muy presente. Él está convencido que lo que piensa es lo que necesita su nación, nunca se cuestiona nada y cínicamente puede cambiar de opinión de un día para otro, en ocasiones francas contradicciones y burdas exageraciones, llegando a la mentira descarada. Hay una megalomanía, no delirante, pero sí estructurante de su forma de pensamiento. Todos los días dice “soy el mejor del mundo” en esto o aquello, es increíble y aterrorizador que la mitad de los americanos hayan votado por él. Aplauden esa encarnación de la maldad racionalizada como necesaria para ganar una partida. Es sorprendente cómo se refiere a sus opositores políticos, siempre el falso señalamiento de izquierdistas, aunque no tengan nada de ello. Y hablando de maldad, hay que reconocer que está desatada en nuestro país. Está normalizada para ciertas formas de personalidad con rasgos psicópatas. Más de 1% de los mexicanos son psicópatas, más de un millón de adultos. Más que suficiente para tener siempre voluntarios para reemplazar gustosamente a los detenidos o muertos. Son sanguinarios cuando no impera la ley, asesinatos, masacres, desaparecidos, descuartizados son cotidianeidad. Tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos.
- *- El autor es siquiatra y ejerce en Tijuana.
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