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Las buscadoras

De muchas maneras las mujeres han estado llevando a cabo tareas que no les corresponden pero que, sin embargo, las emprenden y se comprometen a sacarlas adelante.

José Roberto  Vázquez

Por el derecho a la libertad de expresión.

De muchas maneras las mujeres han estado llevando a cabo tareas que no les corresponden pero que, sin embargo, las emprenden y se comprometen a sacarlas adelante. No importa cuales pudieran ser las consecuencias, el compromiso es personal, pero obedece siempre, a una situación que afecta a una creciente población que está siendo agredida de manera sistemática. Además de las tareas del hogar, y de superarse por tener un ingreso personal que se convierte en familiar, ahora las mujeres están teniendo una presencia definitiva en la búsqueda de desaparecidos. La motivación esencial es, tratar de saber dónde se encuentra alguno de los miembros de su familia, que está como localizado o perdido. Con esta nueva actividad, las mujeres madres de familia, hermanas o abuelas, no esperan obtener elogios o reconocimiento social, por el contrario, desearían vivir de manera normal sin estar contrayendo riesgos y amenazas de muerte.

Sin hacer a un lado sus obligaciones, dejan la comida hecha y lista para calentarse, agarran sus herramientas y junto con otras más, emprenden la búsqueda de restos humanos en los cerros, en las colonias de la periferia, en los arroyos y en los sitios, que, por teléfono, les han denunciado la existencia de víctimas enterradas. Sin importarles el clima, la lejanía de sus hogares, las condiciones físicas del terreno ni nada, comienzan a excavar y a observar minuciosamente para localizar restos humanos. Por las noches regresan a sus casas cansadas, pero no derrotadas, hambrientas, pero sin perder la esperanza, doloridas, pero con la firmeza de que pararán solo cuando tengan a su familiar recuperado como sea.

Esta entrega total de las buscadoras no ha sido bien recibida por las autoridades gubernamentales, ni por las fuerzas militares y policíacas del país. Ellos las ven como personas incómodas que les revuelven la conciencia, los obligan a reconocer sus logros y los ponen a trabajar. La actitud más constante de estos personajes hacia ellas es ignorarlas. Mientras que las buscadoras, con la habilidad de las hormigas, han encontrado asuntos tan tenebrosos como los campos de exterminio, que tiene sorprendido a todo el mundo. Como resultado de este macabro y vergonzoso hallazgo, lo mínimo que podemos esperar, es que existan campos de exterminio en todo el país. La actitud valemadrista de Andrés Manuel López Obrador, al dejar hacer dejar pasar al crimen organizado todo tipo de delitos, permitió la aparición de este crimen de lesa humanidad, y quién sabe cuántas injusticias más, de las que nos enteraremos en el futuro.

Desde hace tiempo, las madres buscadoras ya se dieron cuenta de que, al estar buscando a sus hijos o familiares, han creado un paradigma que tiene preguntas sin resolver, que obligan al gobierno federal a involucrarse en asuntos en los cuales, de manera grosera, habían estado siendo omisos. Al desaparecer una persona, en el pesado y peligroso ambiente criminal en el cual vivimos, se violan automáticamente todos los derechos husólo manos, las garantías constitucionales e inclusive, leyes internacionales que conciernen a los seres vivos. Por consiguiente, este asunto se agrava extremadamente, pues el número de desaparecidos en México, según la Comisión Nacional de Búsqueda, son ya más de 111,000 personas desaparecidas.

Como todos entendemos, este no es un fenómeno natural, sino un acto de lesa humanidad del que se obtiene algún beneficio, al capturar personas y abusar de ellas, cometiendo diversos actos criminales, hasta que los aniquilan, entierran o incineran en sitios promovidos para estos fines. Es obvia la actitud valemadrista de las autoridades judiciales y de las fiscalías del país. No tienen la menor preocupación por encontrarle solución a este crimen tan cotidiano. Están dejando solas a las Buscadoras para que las aniquilen, y así, dejen de molestarlos. Pero ni esto las detendrá. Son madres. Son infatigables. Son invencibles. Vale.

*El autor es licenciado en Economía con Maestría en Asuntos Internacionales por la UABC.

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