Borrar de la faz de la tierra
No hay crimen más atroz, porque no cesa y porque niega a las familias el sagrado derecho a sepultar a sus muertos y la posibilidad de superar algún día la pena, que la desaparición forzada.

No hay crimen más atroz, porque no cesa y porque niega a las familias el sagrado derecho a sepultar a sus muertos y la posibilidad de superar algún día la pena, que la desaparición forzada.
La ausencia de un ser querido, la angustia que produce el no saber dónde y cómo está o si continúa con vida, quebranta familias y termina por erosionar y desalentar a los movimientos sociales.
Por eso el viejo régimen autoritario en México y las dictaduras en América Latina -siguiendo los lineamientos establecidos en los manuales de contrainsurgencia norteamericanos- hicieron de la desaparición forzada una política de estado.
Actuaron así siguiendo la misma lógica perversa que llevó al ejército de los Estados Unidos a reducir el calibre de sus fusiles en Vietnam.
Así como herir a un hombre -usando en la guerra munición de menor calibrees más rentable que matarlo pues entre cuatro y seis efectivos más deben emplearse para rescatarlo, trasladarlo y atenderlo; desaparecer a una persona, en tiempos de turbulencia social, afecta más brutalmente el entorno que su misma muerte.
Nacido en los sótanos del viejo régimen corrupto y siempre muy cerca de la derecha conservadora, el narco en México asumió el mismo modus operandi, la misma doctrina.
De los vuelos de la muerte en la guerra sucia en los tiempos del PRI se pasó a la disolución en ácido y a la incineración clandestina practicada por el narco. El propósito de borrar de la faz de la tierra todo rastro de sus enemigos une pues a estos viejos cómplices.
Los nazis, a quienes la derecha conservadora y sus voceros insisten tramposamente en evocar, almacenaban los bienes de sus víctimas pues no pretendían negar el genocidio. Dejar centenares de pares de zapatos en la escena del crimen parece contrario al propósito declarado de la desaparición forzada.
De entre las víctimas; pues puso la mayoría de las y los muertos y desaparecidos en el pasado. Junto a las víctimas y por las víctimas porque la paz es fruto de la justicia ha luchado siempre la 4ª Transformación.
No masacra, ni desaparece personas como lo hizo el viejo régimen y como lo hace el narco y no desaparecerá la verdad en el caso Teuchitlán como lo hizo Enrique Peña Nieto -con el apoyo del PRIAN y la comentocracia- en Ayotzinapa.
- *- El autor es periodista y productor, fundador de la productora Argos y corresponsal de guerra entre 1980 y 1990.
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