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‘Prohibir’ la violencia

Prohibido prohibir, repetía AMLO. Es una frase que se hizo célebre a partir de los movimientos juveniles de 1968.

Ricardo  Menéndez

Prohibido prohibir, repetía AMLO. Es una frase que se hizo célebre a partir de los movimientos juveniles de 1968. Fue un grafiti común en los muros, esta idea abrió espacio al feminismo, a la libre sexualidad, a una permisividad que escandalizó a las viejas generaciones de aquel entonces. Este espíritu de tolerancia e inclusión prosperó a lo largo de las décadas tomando rumbos más inclusivos hacia las minorías, no a todas. Prohibir en este sexenio marcan otro rumbo, digamos que MORENA

es bastante woke, da más crédito prohibir las corridas de toros que simplemente dejarlas seguir en respeto a las multitudes que veneran casi religiosamente esta fiesta centenaria. En nombre de la no violencia se meten en el mismo saco las corridas de toros que los conciertos de corridos bélicos, se prohíben, o lo que es lo mismo, se obliga a no hacer o decir ciertas cosas. Bajo la premisa de que el toreo es violencia y apoyándose en las leyes de protección animal se le quita el espíritu a la plaza más grande del mundo desde hace 80 años, se trata de una forma de prohibir simulando que es solo modificación. Las estrellas del género del corrido tumbado no podrán tocar ni un tema asociado a la violencia, los toreros no podrán tocar al toro. Sobre las corridas de toros es una estocada de muerte, sobre el género bélico sospecho que la prohibición producirá más y más tocadas privadas que se permitirán gozar de romper lo prohibido. Al mismo tiempo se promueve, en una especie de espectáculo, donde un millón de personas harán un rato de sombra (término boxístico), como si el box alejara de las drogas. La neta es que el box se ve con un six, y ni qué decir cómo terminan muchos boxeadores profesional. Ojalá y de verdad se impulsara la disciplina y buen estado de salud que significa el deporte del box, será un espectáculo símbolo de nuestra identidad, en el extranjero lo verán como un acto más del surrealismo mexicano contemporáneo. Aquí en la frontera tenemos décadas de uso de opioides, no es de sorprender que algunas personas estén consumiendo fentanilo, muchas sin saberlo, sin embargo, como país no hay crisis por este consumo, pero hay que aparentar que la hay, carteles espectaculares sobre los antídotos sociales, guardia nacional y ejército circulando cerca del muro, campañas contra las drogas, pero en el fondo la dedicatoria es hacia el fentanilo. Políticamente necesaria, sanitariamente inútil y hasta perjudicial por hacerle sombra al mayor problema que es la metanfetamina y el alcohol. El fentanilo es el diablo, para los gringos. A nosotros educación de calidad es lo que nos falta.

  •  *- El autor es siquiatra y ejerce en Tijuana.

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