‘Balazos, no abrazos’, la estrategia de Sheinbaum
Cada tuit de Omar García Harfuch es una mentada de madre a López Obrador y su estrategia de “abrazos no balazos”.

Cada tuit de Omar García Harfuch es una mentada de madre a López Obrador y su estrategia de “abrazos no balazos”. Cada operativo es una exhibida monumental al expresidente y la colusión que permitió con el crimen organizado en todo México.
En el país donde no había fentanilo, en diciembre se anunció la incautación de ¡una tonelada! en Los Mochis. En el país donde no había narcolaboratorios de fentanilo, llevan 644 desmontados (¡42 en los últimos cuatro días solamente en Sinaloa!). Nada más en Zacatecas, uno de esos narcolaboratorios clandestinos medía ¡40 hectáreas! y tenía 36 reactores, 56 tambos, 65 tinas, 9 mezcladoras, 77 tanques de gas, 209 bidones, cuatro motogeneradores, 62 condensadores, 94 quemadores y material capaz de producir ¡700 millones de dosis! Lo desmantelaron en marzo.
En el país donde ya se había terminado el huachicol, el fin de semana incautaron en Tamaulipas 10 millones de litros de diésel, 192 contenedores, 29 tractocamiones y ¡un buque! de combustible robado. En el mismo país donde ya se había terminado el huachicol, hace una semana aseguraron 8 millones de litros en un terreno propiedad de un exsenador de Morena en Baja California.
En el país de somos suaves con los narcos porque “estamos combatiendo las causas”, el gobierno federal lleva 15 mil 887 detenidos sólo por delitos de alto impacto en apenas seis meses de gobierno. En el país de “no se ha detenido a capos, porque no es esa nuestra función principal”, 29 altos mandos de los cárteles fueron expulsados a Estados Unidos en febrero (sin poner de pretexto al Poder Judicial) para que enfrenten allá las más rudas consecuencias de sus actos.
López Obrador desperdició seis años de su gobierno tratando de pintar un país color de rosa. No se cansó de mentir: en sus narices se producía fentanilo, había narcolaboratorios, se disparó el huachicol, se delinquía impunemente y los cárteles se volvieron más poderosos que nunca. No es poca paradoja que la sucesora designada por él, su gran heredera, lo esté exhibiendo.
Se podrán reprochar a la presidenta las “maromas” que tiene que dar para evitar decir que su mentor político empoderó a la delincuencia organizada, y que ella está enmendando todo eso. Tanto como se puede celebrar el golpe de timón que ordenó ante una estrategia que había fracasado notoriamente.
Lo cierto es que la estrategia es otra. Y también es cierto que la presidenta ya había instruido a su gabinete de Seguridad —encabezado por Harfuch, pero reforzado de manera muy relevante por los secretarios Revilla y Morales en Defensa y Marina— un cambio de estrategia —los perfiles de los secretarios lo demuestran— incluso antes de que la presión de Donald Trump sirviera como acelerador de esta nueva ruta que bien podría llamarse “balazos, no abrazos”… aunque le duela a López Obrador.
SACIAMORBOS
¿Y quién encabezaba la secretaría de Seguridad mientras todo esto pasaba en las narices del gobierno anterior? ¡Ah!, una está en Gobernación y el otro gobierna Sonora.
- *- El autor es periodista y conductor de radio, televisión y medios digitales.
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