México y EUA: La manufactura como eje de prosperidad compartida.
“Cuando los países se cierran al comercio, construyen muros que terminan ahogándolos”. Benjamin Franklin

En un contexto global marcado por tensiones comerciales y disrupciones en las cadenas de suministro, la relación económica entre México y Estados Unidos enfrenta desafíos, pero también oportunidades únicas. Los recientes anuncios de aranceles por parte de EUA —medidas que perjudican a consumidores, empresas y empleos en ambos lados de la frontera— contrastan con lo percibido durante la gira de trabajo que me tocó realizar en Washington D.C. hace apenas unos días, donde quedó claro que la integración manufacturera es un pilar irrenunciable para la competitividad de Norteamérica.
La delegación de Index, encabezada por nuestro presidente nacional Humberto Martínez Cantú, validó con hechos que el diálogo público-privado es la herramienta más efectiva para blindar la certidumbre económica. Los encuentros con legisladores clave —como Greg Stanton y Verónica Escobar—, con el embajador Esteban Moctezuma, y con actores como la National Association of Manufacturers (NAM), subrayaron un mensaje común: la industria manufacturera mexicana no es solo un eslabón en las cadenas de suministro, sino un motor de empleo (3.3 millones de plazas directas) y exportaciones (60% del total nacional). Cualquier medida que ignore esta interdependencia, como los aranceles unilaterales, equivale a dispararse en el pie.
En Index Mexicali, hemos enfatizado la urgencia de políticas que favorezcan la inversión y la logística transfronteriza. En la reunión que sostuvimos con IBC Bank para analizar financiamiento binacional refleja una visión pragmática: ante la incertidumbre, es vital afianzar la cooperación. Es una lógica que debería guiar a ambos gobiernos. El T-MEC no es un tratado estático; su revisión exige mecanismos ágiles para resolver disputas sin caer en proteccionismos contraproducentes.
El llamado de Index al Plan México y al Programa IMMEX 4.0 apunta en la dirección correcta: modernizar incentivos fiscales y capacitación laboral para atraer inversiones en nearshoring. Pero esto requiere certidumbre jurídica y, sobre todo, evitar que la retórica política eclipse los datos. Estados Unidos debe entender que imponer aranceles a su segundo socio comercial debilita sus propias cadenas productivas, mientras que México debe acelerar reformas que fortalezcan su capacidad industrial.
La conclusión es clara: en un mundo fragmentado, México y EUA tienen más que ganar trabajando como aliados que como adversarios. La manufactura es el puente. Ojalá los líderes de ambos países no lo incendien en año electoral.
- *- El autor es Presidente de Index Mexicali.
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