¿Por qué México es feliz?
México es feliz, sí. Pero no por casualidad. Es feliz porque hay algo que no hemos perdido del todo.

México es feliz, sí. Pero no por casualidad. Es feliz porque hay algo que no hemos perdido del todo.
Este 2025, México ha sorprendido al mundo al entrar en el Top 10 de los países más felices, según el World Happiness Report, alcanzando el décimo lugar y superando a potencias como Estados Unidos, Canadá y Alemania. Pero cuidado: esto no es una bandera para decir que “ya la hicimos”, ni se trata de usar la felicidad como pretexto político, como cuando López Obrador intentó posicionarla como sustituto del desarrollo económico. No. Este fenómeno es mucho más serio y profundo.
Las cifras del informe elaborado por la ONU, revelan que el caso de México no es una ilusión óptica, sino un fenómeno humano y social con raíces muy reales. Estas son cinco razones que explican por qué, desde mi personal punto de vista, los mexicanos seguimos siendo felices aún estando como país en medio de la pobreza y la violencia.
La familia como núcleo del bienestar. Según el World Happiness Report, los hogares de 4 a 5 miembros —típicos en México— reportan los mayores niveles de felicidad. En nuestro país, la familia no es una carga: es un escudo, un motor, un refugio.
Apoyo social auténtico. A diferencia de las sociedades individualistas, en México existe una red real de apoyo comunitario. Vecinos, amigos, compadres y familiares: todos forman parte del ecosistema que nos sostiene.
Resiliencia cultural. A pesar de los problemas, el mexicano mantiene una actitud esperanzadora frente a la vida. Hacemos chistes del dolor, celebramos la muerte, y encontramos color donde solo hay gris.
Espiritualidad viva. Aunque no todos los estudios lo midan, es evidente que la fe y nuestras tradiciones católicas son una fuente profunda de sentido. Dios sigue presente en nuestras casas, en nuestras escuelas, nuestras oficinas, nuestras fiestas y nuestro lenguaje cotidiano.
Identidad cultural. Nuestra felicidad está en lo cotidiano: la comida, la música, la risa, las calles llenas de vida. No somos felices por lo que tenemos, sino por lo que somos.
Esto no significa que el crecimiento económico no sea importante. Significa que hay algo más allá de los indicadores financieros que sostiene a una nación. Y quizás ha llegado el momento de preguntarnos: ¿qué estamos dispuestos a sacrificar en nombre del “desarrollo”? ¿Vale la pena perder a la familia, la fe y los valores que nos definen, solo para encajar en un modelo económico determinado?
México es feliz, sí. Pero no por casualidad. Es feliz porque todavía hay algo que no hemos perdido del todo: la creencia en Dios, en la familia, en la gente.
El reto es que no nos gane la modernidad vacía. Que no cambiemos nuestros valores por pantallas. Que no perdamos lo eterno por lo inmediato. Porque al final, la verdadera riqueza de una nación no se mide en billetes, sino en lo que está dispuesto a defender con el corazón.
- *- El autor es Director de Testa Marketing, investigación de mercados.
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