Pecadores. Ryan Coogler

La mancuerna de director y actor, formada por Ryan Coogler y Michael B. Jordan, se reúne por cuarta vez para entregar una poderosa cinta, que eleva al desgastado cine de vampiros, a un nivel artístico no visto en décadas.

En el oeste de África se conoce la tradición de los griots, músicos y contadores de historias, que forman parte de la tradición oral. Dice la leyenda que se trata de un legado universal, existente en todas las culturas.

A través de su arte, los griots son capaces de sanar las almas, pero el mismo delicioso néctar que producen, puede atraer también la voracidad de los entes más oscuros.

El año 1932, los hermanos gemelos Smoke y Stack (Michael B. Jordan en doble papel) regresan de haber trabajado para Al Capone en Chicago, dispuestos a utilizar sus ganancias para inaugurar un bar en la comunidad de Clarksdale, Mississippi. La mayoría de pobladores negros trabajan en las plantaciones de algodón y la mayoría de (patrones) blancos son miembros del ku klux klan.

Los hermanos, enlistan a su primo Sammie (Miles Caton), un prodigioso músico de blues, para liderar la música en su nuevo bar. La habilidad innata de Sammie, demuestra sin duda, que este posee las virtudes de los legendarios griots de antaño.

La presentación de los personajes en la historia da un revés muy claro a lo conocido, imbuyendo de dignidad, a pesar de su precaria condición laboral, a los pobladores negros, asiáticos y nativos; y evidenciando una maldad inherente en los personajes blancos.

Esta versión maniqueísta le brinda a la narrativa un tinte de historieta, de artificio, que finalmente funciona a la perfección para consolidar sus arquetipos.

Una vez que se oculta el sol, la cantina comienza a saltar, con una impresionante secuencia musical que entremezcla la realidad con visiones del pasado y el futuro, conjuradas en tándem por el místico talento de Sammie, y el virtuosismo de Coogler detrás de la cámara, para materializar un verdadero estado de trance que sobrepasa los límites de la pantalla.

Un conjuro que evoca simultáneamente las tradiciones más ancestrales y la genialidad de Hendrix y Kendrick Lamar.

El hechizo musical de Sammie no sólo embelesa a todos los clientes del bar, también extiende su llamado hasta los seres obscuros que deambulan por la noche. Este es el momento en que la cinta da un giro inesperado (para quien tuvo la fortuna de evitar los ubicuos avances).

El guión de Coogler invierte la formula utilizada por Tarantino y Rodríguez en Del Crepúsculo al amanecer (1996), desatando el mismísimo infierno sobre los gemelos, sus allegados y sus clientes.

En todos los aspectos narrativos se mantiene un dominio absoluto, la edición precisa,corta las escenas siempre un instante antes de lo esperado, exacerbando los aterradores acontecimientos. El uso de IMAX en secuencias clave es perfecto.

Coogler utiliza el tropo de los vampiros para crear una metáfora sobre la condición humana, la raza, la insaciable búsqueda de poder y la esencia misma del mal. Temas, hoy, más relevantes que nunca.

Su relato es el de un planeta cuyas poblaciones primigenias han sido invadidas, subyugadas, depredadas, por entes parasitarios que no conocen la saciedad, sólo desean más y más… y más.

Estos demonios seducen a su paso a todos aquellos incautos que fácilmente caen ante sus mentiras y espurias promesas de amor, estrategias reconocibles de cultos y falsas religiones.

Previamente constreñido por las reglas de franquicias rancias (Black Panther, Rocky) que desperdiciaron su talento, limitándose a repetir gastados patrones, Coogler da rienda suelta a su genio con Pecadores, demostrando de lo que es capaz cuando tiene la posibilidad de expresarse libremente.

El resultado es una de las mejores películas del año. Imperdible.