El parque y los rosales de doña Conchita
Por el puro gusto de dejar una huella verde, Concepción Cárdenas Juárez, desde hace una década, es el motor del parque de la colonia Ampliación Leyes de Reforma, en Rosarito.
Antes se la veía andar de un lado a otro con carretilla, pala y azadón en la mano, plantando, desyerbando y recorriendo palmo a palmo las cuatro hectáreas que conforman el parque que lleva su nombre de casada: Concepción Cantú Cárdenas.
Con 79 años cumplidos le ha bajado al ritmo porque dice que el cuerpo no le deja cargar cosas pesadas, aunque sí se le ve con sus tijeras podadoras cuidando de los casi 600 rosales que perfuman el lugar.
Tuvo estudios de enfermería y trabajó un tiempo en eso, luego se dedicó a la alta costura; hoy se dedica en cuerpo y alma a la jardinería, cumpliendo así con el amor que toda su vida prodigó a los animales y las plantas.
Sin interés
Es una labor que hace gratuitamente, porque en esa colonia, donde vive desde hace casi dos décadas, había mucha contaminación ante la cercanía con la termoeléctrica y las instalaciones de Pemex.
“En el tiempo que empezamos aquí amanecían las calles plomas de las cenizas que echaba Pemex, por eso Claudia y una servidora pensamos en hacer un pulmón”, explicó bajo el cómplice sombrero que le cubre del trajín bajo el sol.
El trabajo de doña Conchita, como le gusta que le digan, se inscribe en la decidida actividad que la asociación civil Por el Orgullo de Vivir en Rosarito realiza desde hace más de una década en beneficio de la colonia.
La OSC está conformada por cinco personas, de las que sólo tres participan activamente, Conchita como presidenta y Claudia Santillán Martínez como secretaria de acuerdos.
El parque
Palmeras, pino, eucalipto, fresno, encino, laurel, buganvilia, artes, noche buena, maguey, romero, cactus de muy variadas formas, son una pequeña parte del vergel en que se ha convertido el predio ubicado a un lado de la termoeléctrica de Rosarito.
Delimitado por lo árboles más altos y antiguos, casi todos plantas nativas de Baja California, el lugar cuenta con un salón de eventos y varios kioscos que en fin de semana se usan para carnes asadas y fiestas.
Los domingos la gente va y disfruta, lo único que se le pide es que no deje basura regada, pues no hay personal de limpieza y es la misma Conchita con ayuda de los dos empleados municipales quien le da mantenimiento.
Los mil 500 pesos que se cobran por el uso del salón en bodas y 15 años se utilizan para darle mantenimiento al lugar, ya que el Ayuntamiento de Rosarito sólo se encarga de enviar a dos jardineros.
“Mi objetivo es matar mi tiempo en algo, porque pienso que una persona a mi edad necesitamos hacer algo de provecho, y de movimiento, porque si en la mañana vengo y camino con un trabajador es un bien para mí”, explicó.
Aves y rosales
Lo suyo son los rosales, sus plantas preferidas, aunque bien se puede encontrar de todo en esas cuatro hectáreas, a las que llegan mariposas multicolores y pájaros cuyo canto se escucha desde lejos antes de entrar al recinto.
Al principio les dijeron que los rosales no se les iban a dar por el agua morada que utilizan para su riego, pero por fortuna el augurio no se cumplió y ya están floreciendo.
Ubicado entre las calles Ignacio López Rayos y Antonio León, en la Ampliación Leyes de Reforma, cerca del Cobach Rosarito, el parque todavía tiene mucho para dónde crecer, lo que hace falta, agregó, es recurso para implementarlo.
En puerta está poner más kioscos con asadores, un encementado para aparatos de ejercicio, más juegos infantiles y de ser posible un aviario para disfrutar del canto de las bellas aves que ser regocijan con el verdor del lugar.
“Yo quisiera que personas de mi edad se unieran a nosotros y dijeran ‘si esa señora puede y anda ahí todo el día, ¿por qué yo no? Voy a ir ahí’”, agregó doña Conchita, originaria de Tijuana pero asentada en Rosarito desde hace varias décadas.
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