"¿Si los pingüinos están adaptados al frío, por qué mueren de hipotermia?"
Miles de pingüinos aparecieron muertos en la costa uruguaya. El hallazgo deja en evidencia los enormes desafíos que estas aves enfrentan en sus travesías anuales.
Están tan débiles que algunos precisan suero. Son vidas que penden de un hilo y solo la atención constante por parte de voluntarios los separa de la muerte.
Cerca de diez pingüinos juveniles luchan por sobrevivir con la ayuda de la ONG uruguaya SOS Rescate Fauna Marina.
Miles de sus compañeros no tuvieron tanta suerte y en julio aparecieron muertos en la costa uruguaya.
Las aves eran pingüinos de Magallanes (Spheniscus magellanicus) y las cifras de cuántos murieron exactamente difieren. A nivel oficial se maneja una estimación de aproximadamente 2.000, teniendo en cuenta trechos de playa a los que no se pudo acceder por la subida del oleaje debido a un temporal, señaló a BBC Mundo el Ministerio de Ambiente de Uruguay.
La ONG Rescate Fauna Marina maneja una estimación mayor, de al menos 4.500 pingüinos muertos.
Tras realizar pruebas, el Ministerio de Ambiente descartó la presencia de gripe aviar.
¿Cuál fue entonces la causa de las muertes?
“Sin una gota de grasa”
Para explicar el motivo de la mortandad, Rescate Fauna Marina invitó a sus seguidores en redes sociales a reflexionar sobre una pregunta: “¿Si los pingüinos están adaptados al frío, por qué mueren de hipotermia?”.
Richard Tesore, fundador y director de la ONG, aclara que de las 28 especies de pingüinos, sólo cinco son de zonas frías.
“Los pingüinos de Magallanes no son de zonas frías, pero viven en la Patagonia. Cuando empieza el frío migran hacia Brasil y viajan en la corriente de Malvinas, que es una corriente que viene del sur fría”.
Los pingüinos que aparecieron muertos eran juveniles o menores de un año.
“En su mayoría murieron de frío o ahogados en un cuadro de hipotermia”, agregó Tesore, quien lleva más de 30 años rescatando animales marinos.
“Murieron de frío porque no tenían grasa en el cuerpo. Lo que los protege del frío es la grasa y las plumas aislantes. Pero todas las necropsias dieron que los animales no tenían contenido estomacal ni intestinal, estaban totalmente vacíos y sin una gota de grasa. Ese es el denominador común”.
El científico argentino Dr. Marcelo Bertellotti es experto en pingüinos y explicó que estas aves “tienen adaptaciones anatómicas para la vida marina”.
Bertellotti es investigador Principal de CONICET, director del Laboratorio de Ecofisiología Aplicada del Centro para el Estudio de Sistemas Marinos y profesor de biología de la conservación de la Universidad del Chubut en Argentina.
“La combinación de una capa de grasa y el diseño del plumaje en forma de escamas que mantiene pequeñas burbujas de aire les permite enfrentar las bajas temperaturas del entorno marino, proporcionándoles la capacidad de regular su temperatura corporal”, explicó el científico.
“Cualquier alteración a la arquitectura del plumaje, por ejemplo, por empetrolamiento, o reducción de la capa de grasa, por ejemplo, por deficiente alimentación, hará que los pingüinos no puedan mantener su temperatura, impidiéndoles ingresar al mar para alimentarse”.
“Distancias de entre 2000 y 5000 km”
Los pingüinos de Magallanes hallados en Uruguay habían emprendido una larga travesía.
Estas aves parten desde sus áreas de reproducción a fines del verano austral, dirigiéndose hacia el norte en búsqueda de aguas más templadas y ricas en alimento, explicó Bertellotti.
“Estos viajes los realizan en grupos y abarcan extensas distancias, llegando incluso hasta el sur de Brasil. En otoño, inician su retorno hacia las colonias de cría, regresando a sus sitios de origen para emparejarse, reproducirse”.
“En un ciclo migratorio completo, que abarca tanto la ida como el regreso a las áreas reproductivas, estos pingüinos pueden recorrer distancias entre 2000 y 5000 km, dependiendo de la ubicación específica de las colonias de cría y las rutas migratorias individuales”.
Tanto el viaje de ida como el de vuelta pueden extenderse durante semanas e incluso meses.
“Los pingüinos de Magallanes pueden nadar a velocidades de alrededor de 20 a 25 kilómetros por hora y esto les permite cubrir distancias considerables”, agregó el científico.
Un viaje épico
Bertellotti señaló que durante la migración invernal, los pingüinos de Magallanes se encuentran frente a múltiples desafíos.
Las amenazas incluyen la presencia de depredadores como orcas y tiburones, la variabilidad en la disponibilidad de presas para alimentarse, la ingesta de plástico, la exposición a otros contaminantes y los derrames de petróleo.
“A estos riesgos se suman la captura accidental en redes de pesca, así como el peligro de colisiones con embarcaciones”.
“Estas amenazas muchas veces se ven aumentadas por los efectos del cambio climático, que puede alterar la distribución de las presas, forzando a los pingüinos a emprender travesías más extensas y, consecuentemente, exponiéndolos aún más a estos peligros”.
Por qué estaban desnutridos
De todos los posibles riesgos, la muerte de los pingüinos aparecidos en Uruguay se debió fundamentalmente a dos factores, según SOS Rescate Fauna Marina.
Uno de ellos, señaló Tesore, es la sobreexplotación pesquera en el Atlántico sur, causada fundamentalmente por la presencia de flotas de diferentes nacionalidades.
“Tenemos referencias de pescadores de que especies como la manila, con la cual veíamos a los pingüinos alimentarse y que subían en la corriente de Malvinas, han disminuido muchísimo”.
Otro factor, agregó, es el cambio climático, que puede generar cambios en las corrientes marinas y en la migración de algunos peces.
El Ministerio de Ambiente, por su parte, señaló a BBC Mundo que el estado de desnutrición de los pingüinos no necesariamente se debe a sobreexplotación pesquera o al cambio climático.
En etapa juvenil los individuos no son buenos cazadores ni buenos nadadores, agregó el Ministerio, y algunos de ellos no logran buena alimentación no necesariamente porque haya ausencia de alimento, sino porque no son cazadores experimentados.
Bertellotti explicó que “como en la mayoría de las aves marinas, los pingüinos de Magallanes tienen una elevada mortalidad de juveniles recién emancipados”.
“Estos pingüinos no tienen aún la experiencia para alimentarse eficientemente (tanto en la búsqueda de alimento como en la destreza para atrapar a sus presas) y en un contexto de escasez de peces, resulta común que no logren alimentarse suficientemente”.
“La alimentación deficiente hace que no tengan suficiente energía para termorregular y nadar en busca de comida, debilitándolos a punto de no poder ingresar más al mar. La consecuencia última es la muerte por inanición”.
El Ministerio de Ambiente señaló que la tasa de mortalidad constatada en Uruguay está dentro de lo esperable. Y agregó que muchos juveniles mueren en alta mar, pero en esta oportunidad un ciclón extratropical provocó que varios ejemplares de fauna marina salieran a la costa muertos o moribundos.
Tesore señaló que es preocupante el número de animales muertos y su aumento respecto a años anteriores.
Además de los pingüinos de Magallanes, aparecieron muertos en la costa uruguaya individuos de otras especies, incluyendo más de 30 tortugas en total pertenecientes a las especies Chelonia mydas (tortugas verdes) y Caretta caretta (tortugas cabezonas).
Lámparas infrarrojo y devoción
Para los voluntarios de SOS Rescate Fauna Marina el gran desafío en estos momentos es salvar a los pingüinos sobrevivientes.
“Necesitan recuperar grasa para tener más energía”, explicó Tesore.
“Normalmente usamos lámparas infrarrojo para darles calor y que no tengan que generar calor de noche, porque acá hace mucho frío en esta época. Si no, lo que les damos de comer lo usan para sobrevivir y no engordan”.
El tratamiento varía según cada animal.
“Muchas veces hay que sondearlos con suero o darles papilla, porque no son capaces de digerir comida sólida. Si hay problemas respiratorios también hay tratamiento con antibióticos”.
Cuando ya pueden comer hay otro desafío: hacer que ingieran pescados muertos.
“Ellos están acostumbrados a comer peces vivos y no identifican el pescado muerto como comida. Entonces hay que abrirles el pico y forzarlos y ya después lentamente se van acostumbrando y agarran el pescado solos”.
“A veces hay que darles una porción de pescado cada dos horas, porque si le das mucha comida no pueden digerir y se indigestan”.
Para Tesore, es un trabajo sin respiro.
Además de recuperar a los pingüinos, el rescatista da mamaderas de leche cada tres horas a unos ocho cachorros de lobo marino. “Se pierden de las madres en los temporales o las madres pueden morir enredadas en redes de pesca”.
Tesore ya no recuerda lo que es dormir ocho horas seguidas.
La última vez que lo hizo, señaló, fue hace siete años durante su convalescencia de un mes por un transplante de hígado.
Sin embargo, a pesar del agotamiento y las dificultades, tiene al menos dos motivos de esperanza.
Uno es que en septiembre espera comenzar a liberar al mar a los pingüinos recuperados, aunque le preocupa los riesgos que enfrentarán.
Otro es su trabajo enseñando a niños y adolescentes sobre el mar y la importancia de proteger a la fauna marina.
“Hay que poner énfasis en sensibilizar a los niños”, dijo Tesore a BBC Mundo.
“Ellos van a ser los que estarán en lugares de decisión en el futuro”.
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