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Claustrofobia

La sugerencia que hace el sector médico de todo el mundo de quedarse en casa sin salir, como el arma principal para evadir al coronavirus-19, está resultando contraproducente en muchas personas.

La sugerencia que hace el sector médico de todo el mundo de quedarse en casa sin salir, como el arma principal para evadir al coronavirus-19, está resultando contraproducente en muchas personas.

La costumbre de no estar en casa que era una de las diversiones principales de la gente, ahora convierte nuestros hogares en cárceles que les impiden ser felices. El no tener el libre albedrío de movilidad, resulta ser el peor efecto secundario de esta pandemia. Las personas experimentan claustrofobia y se sienten morir en el abandono, al no tener alternativas de diversión. Sin embargo, hay muchas actividades que se pueden realizar en nuestras casas. Por ejemplo, la indiscutible convivencia familiar sería importante que la disfrutemos.

Quienes poseemos la costumbre de permanecer en casa la mayor parte del tiempo no tendremos problema. Si a esto le agregamos el placer de la lectura, entonces tenderemos lo que hace tiempo añorábamos: tiempo libre para gastarlo leyendo. La lectura nos llevará a sitios inesperados y nos introducirá en eventos ficticios parecidos a nuestras propias experiencias de vida.

La facilidad con la cual se puede acceder a la lectura es increíble en estos tiempos. Antes era imprescindible comprar libros, pero ahora, se pueden obtener en el internet libremente. El practicar algún instrumento musical o cantar también es buena opción.

Todos tenemos proyectos de diferentes rubros que no habíamos tenido el tiempo para llevarlos a cabo, por lo que estamos en el momento ideal para trabajarlos y finiquitarlos, siempre y cuando sean dentro de la casa. Es importante, sin embargo, que tratemos de establecer una distancia prudente con otras personas fuera de nuestro núcleo familiar.

La gravedad de la pandemia es real. Los países han adoptado medidas extremas tratando de contener su crecimiento y dispersión, pero al menos en Tecate, la gente no está siguiendo ninguna recomendación. Pareciera que aquí estuviéramos en otro mundo.

La rapidez con la cual ha ido creciendo hasta convertirse en una pandemia, o sea la propagación mundial de una enfermedad, logró que todas las naciones convergiéramos en un solo sendero: impedirle al coronavirus-19 su desarrollo. La República de China y Corea del Sur han logrado que baje la incidencia, manteniendo sus fronteras selladas y a su gente en sus casas.

En México, el principal obstáculo ha sido la increíble pasividad y menosprecio que López Obrador le ha dado. Para estas fechas ya deberíamos tener la directiva presidencial de mantenernos encerrados, sin embargo, no ha sido así.            

Como siempre el mal ejemplo cunde y es seguido al pie de la letra. Zulema Adams, presidente municipal de Tecate, no ha mostrado la obligada responsabilidad de líder y se mantiene en un oscuro perfil. La ciudad, al no tener quién le dé línea, sigue viviendo y haciendo lo que debería estar prohibido: socializar, reunirse en grupos numerosos y hacer prácticamente lo mismo que antes.

Lo grave de esto es que somos los viejos quienes tenemos mayores posibilidades de morir por los efectos de la pandemia. Mientras quienes sí somos conscientes de los efectos fatales y las enormes posibilidades de contraer la enfermedad, continuemos protegiéndonos y siguiendo las instrucciones de los médicos y las autoridades de salud de México y del mundo, alejaremos el peligro de nuestras vidas. Vale.   

* El autor es licenciado en Economía con Maestría en Asuntos Internacionales por la UABC

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