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El “apartheid” de las vacunas

<em>“El hombre es el lobo del hombre.”</em><br />Thomas Hobbes

El 17 de marzo pasado, la escritora Emma Riverola, publicó en el diario español “La Opinión”, un artículo al que le puso este título, el cual me parece a todas luces muy acertado para describir la lucha feroz que se está viviendo en algunos países pobres, principalmente de África, por obtener la vacuna contra el COVID 19.

Riverola hace un análisis de lo que ocurre en Israel, en donde el 47% de su población ya ha sido inoculada, mientras que los palestinos de los territorios ocupados han sido excluidos, argumentando el gobierno que no es responsable de su salud, a pesar de vivir casi en el mismo techo, sin reparar siquiera en el hecho de que también son seres humanos y que para efectos prácticos, de no vacunarlos se corre el riesgo de contagios.

El apartheid fue el sistema de segregación racial que se vivió principalmente en Sudáfrica y Namibia y que fue derrotado en 1992, gracias al activismo de personas que, como Nelson Mandela, lucharon por combatir esta injusticia.

Este sistema de segregación racial fomentaba la creación de espacios prohibidos para personas de color en el llamado “continente negro”, los cuales estaban impedidos de ejercer sus derechos como votar, celebrar matrimonios e incluso tener relaciones sexuales entre blancos y negros y todo esto controlado por una minoría que tan solo eran el 21% de la población.

Hoy en día el apartheid, ya no segrega a blancos y a personas de color, ahora divide a países en función de su capacidad económica para adquirir vacunas y darles a su población la posibilidad de salvar sus vidas.

Rafael Vilasanjuan, del mismo diario español, publica un apunte en el que menciona que no solo es el caso de Israel, sino que existen muchos más países que han decidido no apoyar a los demás seres humanos. Para darnos una idea del problema, diremos que, en una población de más de 7,700 millones de personas, ya se han distribuido las primeras mil millones de dosis, sin embargo, éstas no han sido equitativas, pues leía que por ejemplo los Estados Unidos, ha adquirido tantas vacunas como para inocular 5 veces a todos sus habitantes o Canadá que ha adquirido 358 millones de vacunas para una población de 37.6 millones de habitantes, 9 veces su población.

Según la propia OMS, hay países en África como Madagascar, Burundi y Tanzania, donde no han recibido una sola vacuna, tampoco en Asia Central y en otros países como Corea del Norte, Cuba y Bosnia-Herzegovina. En marzo pasado, el Secretario General de la ONU mencionaba que más de 130 países no habían recibido una sola dosis de las vacunas, indicando además que el 75% de las inmunizaciones aplicadas en esa fecha se habían concentrado en tan sólo diez naciones, todas ellas desarrolladas.

Hoy se discute la posibilidad de que las farmacéuticas acepten suspender los derechos que les otorgan las patentes, para hacer más económica la distribución de las vacunas entre los países pobres, pero ha sido rechazado rotundamente.

La realidad es que las vacunas han dividido aún más al mundo, por un lado los países con vacunas y por el otro, los países que verán morir a sus habitantes ante la mirada desentendida de los países ricos que solo les interesa hacer negocio con sus excedentes de vacunas.

*- El autor es asesor empresarial en cabildeo.

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