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El mismo error dos veces

Puede parecer increíble pero el congreso de Baja California, con mayoría panista y priista, “validó” el martes pasado la reforma constitucional que ya habían aprobado y en la que habían ampliado el periodo de gobierno de dos a cinco años. Es decir, cometieron el mismo error dos veces.

De nada sirvieron las críticas, la indignación y la enorme cantidad de observaciones que se han vertido en estos días a nivel nacional ya sea por especialistas en la materia, legisladores, consejeros electorales y analistas políticos, señalando las debilidades de dicha resolución así como las repercusiones de carácter jurídico y político que acarrearía dicha reforma. Pero sobre todo, ignoraron la crisis política que ha provocado en Baja California.

En medio de la turbulencia política (local y nacional) que ha provocado la decisión de los diputados, ninguno de los actores políticos alcanza a percatarse de que, sea cual sea el desenlace final, todos van a salir perdiendo. Perderán los diputados a nivel individual, perderán el PAN y el PRI, pero sobre todo van a perder Jaime Bonilla y Morena.

En el caso de los diputados, ya sea porque hayan recibido un pago a cambio -como ha trascendido a la luz pública-, o porque simplemente ignoran lo que decidieron (donde hay muchas evidencias), o porque, en el mejor de los casos, creyeron hacer un bien a BC (como algunos sostienen), lo cierto es que cualquiera que haya sido la razón última cometieron un error monumental que traerá consecuencias para ellos, de paso hundirá al PAN y profundizará la imagen negativa de Bonilla y de Morena, de donde se movieron todos los hilos para tomar esta decisión.

Los diputados panistas necesitan ser muy ignorantes para no darse cuenta que su decisión ha representado ponerle el último clavo al ataúd del PAN en BC después de su debacle electoral, colocándolo en una posición que le puede llevar años poder superar y estar en condiciones de competir. También pasaron por alto que si hay un personaje que odia al PAN y que desea su desaparición como partido es Bonilla, aunque en mucho se parezca a ellos. ¿Los diputados panistas lo ignoraban?

 

Contra todo lo que argumentan los diputados panistas y priistas, lo que realmente explica su decisión fue el naufragio de su partido, los míseros votos del PRI y la necesidad de salvar su pellejo y garantizar su futuro económico personal, sirviéndole la mesa a quien había sido su rival durante la campaña y facilitándole que pueda construir una hegemonía política sin obstáculos y sin contrapesos. La palabra que define esta postura es traición.

Pero las repercusiones más negativas de toda esta crisis que se vive en BC serán para Morena y Bonilla que, contra lo que sostiene el presidente López Obrador, fueron los autores principales que movieron todos los hilos para ampliar el periodo de gobierno, usando a los diputados panistas y priistas para ello. Para empezar ha provocado ya la división al interior de Morena, ha polarizado a la opinión pública en el estado, ha generado un amplio rechazo a nivel nacional y ha exhibido a Bonilla como un personaje autoritario y dispuesto a atropellar la legalidad. Lo que ya sabíamos aquí, se sabe hoy a nivel nacional.

Aunque Amlo se niegue a aceptar esta crisis detonada por Bonilla, éste ya se convirtió en un “problema” para el presidente y en una figura política que ensombrece la imagen de Morena y resquebraja la confianza en su desempeño. Cada día que pasa se reafirma más la imagen de que con Bonilla regresarían al gobierno un grupo de políticos retardatarios del viejo PRI, varios de ellos proclives a retorcer la ley y a buscarle los recovecos más oscuros para salirse con la suya. Es lo único que se ha visto hasta ahora.

Pero también con este grupo que acompaña a Bonilla, ya reapareció de manera alucinante el lenguaje que revive los temores y los símbolos que caracterizaron al priismo de los setenta como el de la “unidad”, la soberanía y, en el delirio total, también los oráculos que leen y saben en realidad que, en el fondo, en lo más recóndito de la conciencia, los ciudadanos votaron por un periodo de cinco años y no por dos.

En fin, varias de estas repercusiones negativas que aquí se señalan, se sentirán con más fuerza a partir de la decisión final de la SCJN que, es lo más probable, se inclinará por defender el espíritu de la Constitución y el orden democrático, reafirmando que no puede haber ninguna instancia que ex post altere o modifique el resultado de una votación popular, que es donde reside o expresa la “voluntad” del pueblo, una cuestión que se ha perdido en la selva de los alegatos jurídicos.

 

Si la SCJN se decide por esta vía en aras de impedir que se siente un precedente negativo, el próximo gobierno de Morena en BC llegará maltrecho y cojeando, con una sociedad dividida y con los ánimos encendidos en contra del primer gobierno de Morena en el estado. Pero incluso, si por alguna otra razón no fuera así, el caso de Baja California ya pasó de la euforia por el triunfo a la mayor desmoralización entre los ciudadanos. Es quizás la mayor de las pérdidas.

 

El autor es analista político-

 

 

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