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En nuevo partido

Por el derecho a la libertad de expresión.

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Morena, el nuevo partido a mí, en lo personal, no me merece ningún tipo de consideración. Creo que sigue haciendo mucho de lo mismo que hacían el PAN y el PRI cuando eran opción para los electores. No practicaban una real democracia interna, ni mostraban respeto a las leyes, ni dejaban de ejercer la fuerza del poder adquirido en las elecciones que los hizo vencedores. Una vez establecidos los términos en los cuales definían a los nuevos funcionarios, se conformaba un sólido equipo que no permitía le integrarse a ningún externo. De esa manera la maquinaria partidista comenzaba a desarrollar su dinámica, creando grupos satélites de ciudadanos que les daban validez a sus actos de gobierno. Los beneficios inmediatos otorgados a sus huestes, les afianzaban y les permitían tener respuestas solidarias en momentos difíciles.

                Las decisiones controvertidas y tomadas a espaldas de la mayoría de la sociedad, con estas estrategias de grupos amplios que respaldan al gobierno en turno, pueden pasar sin ningún obstáculo. Morena está, ahora mismo, tomando decisiones controversiales al integrar a su partido miembros activos del PAN y el   PRI, sin tomar en cuenta su desprestigio histórico en nuestro estado. Exgobernadores, expresidentes municipales y dirigentes de las grandes centrales obreras y campesinas, cambiaron de manera súbita de partido político. La forma cómo esto se ha hecho no nos queda clara a los ciudadanos. No sabemos si es un acuerdo tomado con las bases partidarias, o es una disposición de la cúpula o si, aún más grave, es el candidato a gobernador quién lo resolvió.

                El aspecto más grave de esta decisión de integrar a políticos de otros partidos no es, solamente, la pésima conducta que han tenido como gobernantes o funcionarios, sino la capacidad que tienen para reproducir la corrupción que fueron creando y recreando en sus gestiones gubernamentales. Infortunádamente, esto no es lo que los ciudadanos estábamos esperando, ni la razón por la cual votamos por López Obrador. Todos pensábamos en nuevos tiempos en los cuales la democracia, el respeto a las leyes y a los ciudadanos fuera una constante. Sin embargo, la incertidumbre y las caras que se perfilan para conformar el nuevo gobierno, nos obligan a pensar en el incremento a la corrupción y en actos de gobierno contrarios a los intereses ciudadanos.

                ¿Cómo es que marcha Eligio Valencia Roque a un constado de Jaime Bonilla, cuando tuvo el descaro y la falta de escrúpulos, para meterse a la cajuela de un automóvil para poder tomar protesta como diputado local, porque andaba huyendo de la justicia? ¿Tan poco vale la candidatura que cualquier insolencia es aceptable con el fin de ganar las elecciones? ¿Qué más podemos esperar de este partido que se nos ofreció como la tabla que salvaría al país? No tengo la menor idea, pero me afianza en mi convicción de no integrarme a ningún organismo político partidario. Sobre todo, porque en México solo han servido para reforzar a los grupos económico-políticos nacionales y, para restarles los derechos constitucionales a quienes formamos parte de la masa nacional desprotegida. Vale.              

*El autor es licenciado en Economía con maestría en Asuntos Internacionales por la UABC.

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