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Jayland Walker

Cada país tiene sus formas específicas de responder contra los sujetos agresivos, que ponen en riesgo la vida de los ciudadanos o la seguridad en general.

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Cada país tiene sus formas específicas de responder contra los sujetos agresivos, que ponen en riesgo la vida de los ciudadanos o la seguridad en general. Cuando el agresor representa un evidente riesgo contra la vida, la respuesta que todos esperamos de los agentes de policía o de cualquier otra corporación, inclusive las militares, es responder con balas y eliminar a quien amenaza la seguridad en general. No obstante, no siempre se responde de manera acertada y se cometen errores que, posteriormente, avergüenzan a las autoridades. Esto sucedió en Uvalde, Texas, cuando la corporación policíaca se disponía a detener al asesino de 19 niños y dos maestras en la Root Elementary, y decidió hacer un intervalo preventivo de más de una hora, para atacarlo y terminar con esta escuela sitiada. Ese ¿error de estrategia?, le dio más tiempo al criminal, quien lo aprovechó para acribillar a estos niños.

Ahora surge una nueva historia acerca de la brutalidad policíaca en los Estados Unidos, en la cual un joven afroamericano, de 23 años, fue masacrado en la ciudad de Akron, Ohio, el 27 de junio del presente año. Los hechos se dieron de la siguiente manera: Jayland iba en su automóvil cuando una patrulla le hizo la señal de que se detuviera, pero en lugar de obedecer, optó por huir. Más adelante detiene su carro y se baja, pero comienza a correr, los policías lo siguen y lo acribillan de sesenta disparos distribuidos desde los tobillos hasta las mejillas, por enfrente y detrás de su cuerpo. El joven estaba desarmado cuando iba corriendo y fue ultimado. Además, cuando llegó su cuerpo a la oficina del forense, iba esposado y con los brazos por la espalda. Resalta la corporación policíaca, a manera de justificación, que mostraba los esfuerzos hechos por salvarle la vida con torniquetes y vendas en diversas partes del cuerpo.

Es una constante en las personas afroamericanas en los Estados Unidos, de que, si son detenidas para investigación por los policías de la ciudad, las cosas pueden con mucha seguridad, escalar y volverse fatales. La brutalidad que han sufrido muestra una inobjetable actitud racista, que se puede comprobar con los casos de personas afroamericanas ultimadas en situaciones semejantes en este país. Muchos de estos casos han sido documentados por medio de videos, y las víctimas y sus victimarios, han sido identificados plenamente. El caso de Jayland Walker y el de George Floyd muestran sin duda alguna, la barbarie de los cuerpos policíacos que ejercen la violencia de manera bruta e inmisericorde. Para cualquier persona resulta obvio el exceso de fuerza utilizado contra ellos, con el resultado fatal conocido.

Por supuesto que ésta no es una conducta exclusiva de los policías de USA, con el riesgo de no equivocarme, estoy convencido de que todos los policías del mundo ejercen la violencia de manera constante contra la población, porque consideran que tienen el permiso para hacerlo, pero también por los altos indicadores de impunidad que se experimentan. La colusión que existe, por ejemplo, entre jueces calificadores y policías, en nuestras ciudades, fortalece las actitudes represivas y violadoras de derechos humanos. El ciudadano común y corriente no tiene derecho a ser escuchado porque prevalece el dicho de los policías.

La frecuencia en atentados fatales contra los afroamericanos en USA es alarmante, y lo mismo es la saña con la cual los atacan. ¿Era necesario disparar 60 veces contra un joven desarmado que, prácticamente se había rendido? ¿No tienen entrenamientos en los cuales se definan cómo se puede neutralizar a una persona con menos disparos? Los policías, al igual que cualquier ciudadano, son personas con problemas comunes y corrientes que con frecuencia están inmersos en situaciones extremas, por lo que deben ponderar cada escenario de riesgo mortal en la cual estén presentes. Como la tendencia de agresiones fatales hacia afroamericanos es constante, urge que se instrumenten medidas que obliguen a los policías a actuar con cautela, y al mismo tiempo, incrementar las investigaciones sobre hechos de este talante, así como las sanciones como consecuencia de actos de inhumanidad. Vale.

*El autor es licenciado en Economía con Maestría en Asuntos Internacionales por la UABC.

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