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Tijuana: fea, sucia y descuidada

Por mi trabajo, me muevo por muchas partes de la ciudad. Circulo por calles y avenidas en las que se encuentran plantas industriales, casas habitación, salones de eventos, ranchos y terrenos donde se celebrarán eventos.

Por mi trabajo, me muevo por muchas partes de la ciudad. Circulo por calles y avenidas en las que se encuentran plantas industriales, casas habitación, salones de eventos, ranchos y terrenos donde se celebrarán eventos. Da igual. El panorama es el mismo. Tijuana es un muladar de basura, malos olores y cero mantenimiento.

Por mi colaboración con distintos grupos organizados tanto sociales como empresariales, me relaciono con mucha gente de distintos sectores socioeconómicos, de distintos sectores empresariales, de distintos rumbos de la ciudad. Muchos se quejan conmigo “porque tengo una voz en los medios de comunicación” de lo mal que ven a Tijuana en limpieza, en mantenimiento, en seguridad. Es muy desesperante que todos (muchos) estemos de acuerdo en el diagnóstico, pero pocos están haciendo algo para cambiar esta muy crítica situación

La recolección de basura a nivel municipal es un primer -gran- problema. La ineficiencia de solo levantarla una vez a la semana y hacerlo en forma arcaica y con grandes problemas logísticos (como no tener equipo suficiente y centros de transferencia) ya hizo crisis. Tenemos un regadero de papeles y mugrero circulando por donde el viento los lleve. Ahí tenemos que poner especial atención a los basureros clandestinos en lo que se han convertido terrenos baldíos, cañadas y esquinas donde los “ciudadanos” van y botan su basura, muchas veces sin ni siquiera colocarla en bolsas adecuadas.

Luego está la falta de mantenimiento de baldíos, camellones, laterales de los cerros, “jardineras”, glorietas y demás áreas comunes que están llenas de maleza, piedras y basura que poco se limpia y acomoda. Ahí de repente ve uno a los borrachitos del día anterior (la “fajina”) medio limpiando 500 metros de una calle de 10 mil metros, sin ningún tipo de seguimiento al día siguiente. Ya no hablemos de que hace años que no veo una barredora por las calles, cuando menos por donde ve la suegra. ¿Cuando van a quitar, por ejemplo, la tontería de la pasada administración estatal de poner palmeras -ahora ya secas- del lecho del río?

La contaminación visual de Tijuana es un cuento aparte. Letreros y carteles -prohibidos- en posters y bardas, distribución de volantes (que cosa más arcaica) en casas y negocios, grafiti por todos lados (en especial esa dejadez de tirar los mil millones de pesos que costaron las estaciones del SITT y verlas abandonadas por toda la ruta), pero también ver la colocación de espectaculares, pantallas, letreros, anuncios hasta en la sopa sin ningún orden y medida.

Y no hablemos de edificios, casas y negocios que no merecen seguir de pie con construcciones cayéndose, anuncios sin utilizar o en franco abandono, que ves por el centro o el Bulevar Agua Caliente.

Especial atención al cochinero, merece el muladar en el que está convertido el camellón y los laterales del Bulevar 2000, el Libramiento Alamar, el Libramiento de Playas a la 5 y 10 más el Bulevar Cuauhtémoc, imagen-ejemplo de la falta de coordinación entre autoridades, vecinos y usuarios, que hace que sea un pena circular por esos circuitos.

Especial atención merece el muladar de las entradas a la ciudad. Da igual de cual hablemos: tan sucio y descuidado el acceso desde la carretera de cuota o libre a Tecate, como los accesos por Rosarito, así como las garitas internacionales. No hay por donde verle lo bonito a algo que es claramente muy feo.

Mientras, mucho ji ji ji, mucho jo jo jo, pero cero trabajo real por la ciudad.

Cumplimos 133 años ayer 11 de Julio y ni siquiera pudimos lavarnos la cara para celebrarlos ¡que vergüenza! * El autor es empresario, turistólogo y un enamorado de su ciudad.

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