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Un presidente desesperado

Durante los últimos días el presidente Andrés Manuel López Obrador se ve desesperado en sus conferencias mañaneras, especialmente en esta semana que está concluyendo.

Durante los últimos días el presidente Andrés Manuel López Obrador se ve desesperado en sus conferencias mañaneras, especialmente en esta semana que está concluyendo. Al parecer, las cosas no están yendo bien y se avecina una tormenta de problemas. Hagamos un breve recuento de los principales puntos que están en la agenda pública.

Después de haber inaugurado el aeropuerto de Santa Lucía, que trajo un gran entusiasmo en las filas del morenismo y mejoró el humor del Presidente, quien presentó la obra del aeropuerto como uno de los “mejores del mundo”, vinieron cosas que ensombrecieron un poco el festejo.

En primer lugar, el problema del fiscal general Alejandro Gertz Manero, al que la Suprema Corte de Justicia de la Nación lo colocó como un fiscal que utiliza el poder de manera facciosa para obtener resultados personales. Después de esa decisión, el fiscal quedó prácticamente invalidado para seguir en su cargo. Pero aun así, AMLO lo siguió respaldando.

El segundo caso que ha saltado a la palestra y también ha puesto de mal humor al presidente, es el de la consulta sobre la revocación de mandato y en donde el INE ha tenido que actuar y llamar la atención sobre las violaciones que están cometiendo tanto Morena, el mismo AMLO, los gobernadores de Morena y algunos funcionarios, que se han dedicado a promover la consulta del 10 de abril.

El tercer punto que está nublando el ambiente en el país es el de la violencia producto del enfrentamiento entre bandas del crimen organizado en varias regiones del país, lo que está llevando a un cuestionamiento de la política de “abrazos y no balazos” adoptada por el presidente. Sus explicaciones ya son insostenibles, mientras la violencia se expande por las principales ciudades.

Sumados a estos factores, también se ha mantenido en la discusión y la preocupación pública el asesinato de periodistas, frente a lo cual el presidente se ha mostrado evasivo y con explicaciones que no responden a la situación. Dice que ahora el Estado no reprime a nadie, y menos a los periodistas, pero tampoco (y esto lo digo yo) protege a los ciudadanos. ¿Entonces qué hace?

En esta cascada de problemas, hay que agregar el conflicto que reventó hace unos días entre el ex consejero jurídico de la presidencia Julio Sherer y la ex secretaria de gobernación Olga Sánchez Cordero y el mismo fiscal Gertz Manero, a los que Sherer

acusó de urdir una “conspiración” en su contra por venganzas personales. AMLO minimizó el asunto, pero el problema parece la punta de un iceberg que dañara a la presidencia.

Por si hiciera falta, en estos días también cobró fuerza la controversia alrededor de otra obra emblemática del presidente: el tren Maya, al que se considera como un proyecto que va a dañar la selva y los ecosistemas de la región. AMLO lo niega, pero sus argumentos son muy débiles pues es evidente que un tren cruzando por la selva traerá más problemas que beneficios. Es un problema de sentido común.

Pero las cosas no terminan aquí. También últimamente se han tensado las fuerzas porque está en duda la aprobación de otra propuesta vital para Obrador: la reforma eléctrica. No se sabe en este momento si esta reforma será aprobada por la SCJN, que sería un paso esencial antes de llegar a la cámara de diputados en donde, según se aprecia, no sería apoyada por los partidos opositores.

El Presidente está en problemas obviamente. La mayoría son problemas que han surgido como resultado de sus propuestas o de sus políticas que no son compartidas por algunos grupos de la sociedad. Desde el caso de Gertz Manero hasta el tren maya, la reforma eléctrica, su política de abrazos y no balazos, el caso Ayotzinapa, la “casa gris”, la revocación de mandato y sus ataques al INE.

Justo en el momento en que las cosas están alcanzado mayor intensidad, el presidente amenaza con una reforma electoral para que “el pueblo” elija a los consejeros del INE y a los magistrados. Es decir, como alguna vez él mismo lo dijo: ante el agobio va a soltar al tigre y a ver quién lo amarra.

El enojo y la desesperación del presidente viene de que el tiempo se termina y las cosas no avanzan, los resultados son muy pocos, se avizoran resonantes fracasos en la próxima consulta sobre la revocación de mandato, en la misma reforma eléctrica, el fiasco del fiscal general, y la violencia no se detiene.

En medio de una tormenta de problemas irresueltos, con un partido un tanto deshilvanado y con una camada de candidatos presidenciales muy pobres y enfrentados entre ellos, el final del gobierno puede ocurrir en un contexto muy tenso, con un presidente que va perdiendo poder.

*El autor es analista político

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