Las tres pobrezas
Se deben considerar tres modalidades de pobreza: La material, la racional y la espiritual
La escasez de recursos materiales -alimento, techo, vestido, enseres- determina la condición de pobreza de una persona. Pero ésta es sólo una de las varias formas de pobreza, la material; en realidad se deben considerar tres modalidades de pobreza: La material, la racional y la espiritual. Bajo esta visión, un estudio reciente elaborado por Cristian Mendoza, mexicano graduado en Finanzas, sacerdote, doctor en Teología y actualmente profesor de Moral Social en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz (Roma), y publicado en su libro de 326 páginas y de muy ágil lectura bajo el título de “La pobreza como problema humano” (Eunsa-Astrolabio, 2022), en el que a partir del concepto de pobreza como una condición humana caracterizada por la escasez de los bienes necesarios para el desarrollo del individuo, Mendoza sustenta que además de la versión material de pobreza está también la pobreza racional entendida como la insatisfacción sicológica, afectiva, educativa, motivacional o en general existencial que también implica la imposibilidad de satisfacer necesidades fundamentales de una persona para desarrollarse razonablemente. Y, además, la modalidad de pobreza espiritual que se da cuando la persona no tiene un sentido que dé motivo a su propia vida, un porqué vivir, y carece de una aspiración trascendente. La escasez de cualquiera de estos bienes -materiales, racionales o espirituales- puede afectar negativamente la consecución del bien último de la persona, que es la felicidad. Desde luego que para que la escasez de un bien se perciba por determinada persona como una limitante para su felicidad depende de circunstancias subjetivas (percepciones de la propia persona) y de circunstancias objetivas (por ejemplo, el grado de escasez). La madre Teresa de Calcuta, tras toda una vida dedicada a los más pobres de los pobres, anotó que “la pobreza no sólo consiste en tener hambre de pan, sino más bien en tener un hambre terrible de dignidad humana; necesitamos amar y ser amados por alguien”, también dijo que “en ciertos continentes la pobreza es más espiritual que material, una pobreza que consiste en soledad, desaliento y falta de sentido en la vida” y abundó en que “es fácil dar un plato de arroz a alguien que está hambriento u ofrecerle una cama a una persona que no tiene dónde dormir, pero consolar o quitar la amargura, la rabia, la soledad, consecuencias de la privación espiritual, eso lleva muchísimo tiempo”. Igual de pobre se percibirá una persona que, sin considerar ella misma que le faltan cosas materiales y teniendo muy clara idea del porqué de su vida, se encuentre en una mala condición existencial por ser analfabeta o ignorante mientras casi todos los demás en su entorno leen y estudian, o bien por encontrarse oprimida, sin libertad de expresión o sin libertad de elegir su estado de vida. Finalmente la pobreza de aquella persona que vive con buen acomodo material, cultural y social, pero no tiene claro un motivo para vivir, no tiene un porqué vivir y llega a considerar que da igual que exista o que no exista, tiene tal grado de carencia espiritual que esta neutraliza la posesión de los demás bienes, materiales y racionales. Aquello que decía Teresa de Calcuta en tan pocas palabras es el retrato hablado de los pobres infelices que lo tienen todo, mejor dicho que en apariencia lo tienen todo, pero no tienen un porqué para sus vidas. Dar sólo pan y techo no es suficiente; tener pan, techo y escuela tampoco es suficiente; tener un porqué vivir pero sin pan o sin techo es indigno y excluye a la persona. Y es que para el digno desarrollo de cualquier persona es necesaria una dotación suficiente de bienes materiales, racionales y espirituales, y si no, pues se es de alguna manera pobre. Un tipo de carencia opaca las otras “tenencias”. Qué tan cierto es que la pobreza -en cualquiera de sus formas- es el resultado de una visión incompleta del hombre ya sea por parte de él mismo, de su familia, de su comunidad o del Estado. Todo así, me parece que la pobreza no sólo es un problema humano sino que es el problema humano.
Médico cardiólogo por la UNAM.
Maestría en Bioética.
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