Juan también dejó huérfanos a 30 jóvenes futbolistas
Ayer, los jóvenes que esperaban reunirse con su entrenador tras la pandemia; ayer asistieron a su funeral.
Ensenada.- Hace tres semanas, Juan Valle organizaba un convivio con los jugadores del equipo que entrenaba, el Club Colonia Obrera.
Ayer, los jóvenes que esperaban reunirse con su entrenador después de que por un año se mantuvieron fuera de los campos por la pandemia, asistieron a su funeral a despedirse.
Con la muerte de Juan Valle y su esposa, Rocío González, no solamente tres niños perdieron a su padre, sino que alrededor de 30 jóvenes perdieron a quien fue su entrenador desde que tenían siete años.
El equipo, su pasión
“Él estaba muy apasionado, disfrutaba el convivio con los muchachos, los trajo desde chicos y ahorita ya están grandes, les dedicaba todo el tiempo que podía, todo el tiempo que más podía, era para el equipo”, recordó Alejandro Vargas, quien además de ser amigo de Juan, se desempeñaba como su entrenador asistente en el Club Colonia Obrera.
La relación de Juan con sus jugadores no se limitaba únicamente a los partidos; era común que los jóvenes pasaran las tardes de sábado en su casa, viendo el futbol o disfrutando de una carne asada.
“Era una buena persona, la empatía que sentía por los demás, el simple hecho de lo que hacía por nosotros, sabía que era una persona que, si nosotros necesitábamos algo, él iba a estar ahí siempre, ya sea por tema futbol, como en temas escolares, sabíamos que podíamos contar con él”, relató Eduardo Bañales, uno de sus jugadores.
El cariño y la entrega de Juan Valle hacia el equipo y sus pupilos se reflejaba con el compromiso que demostraba; pese a que trabajaba en Estados Unidos de domingo a viernes, su único día de descanso lo pasaba en Tijuana, desde las 6:00 horas en el Romero Manzo.
“Él descansaba el sábado y desde las siete de la mañana, todo el día se la pasaba en el futbol, iban por los muchachos, los llevaban al campo, a veces los llevaban a comer y en la madrugada de iba a trabajar; venían los fines de semana y siempre los tenía activos”, mencionó Alejandro.
El entrenador asistente lamentó la manera en la que Juan y Rocío perdieron la vida; de hecho, tardó algunos días en asimilar la noticia.
“Me enteré el domingo como a las tres de la tarde, empecé a mensajear a los muchachos y me dimos cuenta de lo que había pasado”, dijo.
Por su parte, Eduardo Bañales manifestó que el fallecimiento de su entrenador despierta un sentimiento de dolor y de impotencia.
“Fue impactante, más por la manera en la que sucedieron las cosas; a veces pareciera que la vida es injusta, por como era con nosotros, como era con las personas, es molesto como están tratando el caso las autoridades, el tiempo que se le quiere dar a la persona, es muy poco”, apuntó.
Dan el último adios
Desde temprano, familiares y seres queridos de Rocío González y Juan Valle acudieron a la funeraria Martínez, ubicada en la Zona Centro, a darles el último adiós.
Más tarde, la pareja fue sepultada uno al lado del otro en el Panteón Municipal Número Cuatro.
Rocío y Juan perdieron la vida el domingo por la madrugada, cuando el vehículo en el que hacían fila para cruzar a Estados Unidos fue impactado por otro conducido por Nailea “N”, de 30 años, quien se encontraba en estado de ebriedad.
La pareja les sobreviven sus hijos, Juan Alonso, de quince años, Abel Santiago, de diez, y Valentina, de siete, quienes se mantienen internados en San Diego por las quemaduras sufridas durante el siniestro.
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