La dialéctica del traidor
En la dialéctica del traidor están opositores y líderes de opinión atrapados.

Al pueblo que los conoce, que los sufrió por casi 40 años, al que sometieron y saquearon, el que les identifica con el crimen organizado, porque en el viejo régimen capos y gobernantes corruptos eran dos caras de la misma moneda, ya no pueden engañarlo.
Solo ellas y ellos idealizan ese pasado de corrupción, impunidad, desigualdad social, represión y autoritarismo, al que quieren que vuelva el País.
En el 2018 y en el 2024 una aplastante mayoría les expulsó, pacífica y democráticamente, del Poder Ejecutivo y ha venido, desde entonces, sacándolos de los últimos reductos que mantenían en su poder y en los que se habían atrincherado.
Pulverizada electoralmente, dirigida por delincuentes, por personajes infames e impresentables o por ineptos. Sin ideas, sin propuestas, sin identidad, ni prestigio a la oposición en México no le queda más que imitar a las y los conservadores del siglo XIX.
Así como sus ancestros suplicaron a Napoleón III que les salvara; ellas y ellos hoy le ruegan a Trump, a la DEA, al FBI, a la CIA, que intervengan en México.
Este colapso anunciado del Prian ha hecho que las figuras mediáticas, nacidas al amparo del régimen corrupto, abandonen su posición de servidumbre y pasen a la vanguardia.
Conciencia de la oposición -o más bien de lo que queda de ella- son hoy esas y esos “periodistas” que no pisan jamás las calles y que están convencidos -de ese tamaño es su arrogancia- que la historia debe pedir cita para presentarse en sus oficinas o en sus estudios de radio y televisión.
Vanguardia de la oposición, voces proféticas de la misma, son las y los integrantes de la élite intelectual que lleva, desde el 2006, repitiendo la misma cantaleta anticomunista.
Al espejo le hablan comunicadores e intelectuales que monopolizan los espacios más importantes en los medios de comunicación.
A una minoría rabiosa y estridente alimentan con una sarta interminable de calumnias, mentiras y montajes. A la intervención preparan así el camino; al servicio de agentes extranjeros operan.
En la dialéctica del traidor están opositores y líderes de opinión atrapados.
En una especie de castigo autoinfligido, a una traición le suman otra y otra y otra más y así hasta perder hasta el último gramo de patriotismo, dignidad y decencia.
Como si al hundirse cada vez más en su propia vileza hicieran penitencia.
Y es que cuando se traiciona una vez, como decíamos en la guerra, se traiciona todo, se traiciona siempre.
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