El día que una bomba nuclear estuvo a punto de estallar y se perdió misteriosamente

MÉXICO.- En 1958, el coronel Richardson se encontraba realizando un vuelo de entrenamiento con una bomba nuclear como parte de un ejercicio rutinario cuando ocurrió un incidente inesperado.

Un jet en dirección opuesta colisionó con su avión, causando daños significativos a uno de los motores. Aunque el avión del coronel Richardson podría haber continuado volando, la presencia de la bomba de 3400 kg cambió drásticamente la situación.

Debido al peso adicional y al daño causado, el avión empezó a perder altura rápidamente. Ante esta emergencia, Richardson tuvo que tomar una decisión rápida y arriesgada.

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Sabía que aterrizar de emergencia con la bomba a bordo podría desencadenar una explosión devastadora y potencialmente catastrófica. Con el fin de minimizar el riesgo de daños mayores, optó por arrojar la bomba al mar cerca de la isla de Taiby.

Afortunadamente, la bomba no explotó al impactar contra el agua. A pesar de los esfuerzos exhaustivos de búsqueda por parte de la Fuerza Aérea durante semanas, la bomba nunca fue recuperada.

Inicialmente, el gobierno negó que se tratara de una bomba real, manteniendo en secreto la verdadera naturaleza del incidente.

No fue hasta 1994 que un documento clasificado finalmente reveló la verdad: la bomba era real. Desde entonces, el misterio de la ubicación exacta de la bomba nuclear perdida ha intrigado a investigadores y preocupado a la opinión pública.

Hasta hoy, permanece oculta en algún lugar de la costa de los Estados Unidos, un recordatorio inquietante de los peligros y las consecuencias potenciales de los accidentes nucleares.