Tabaco: De planta sagrada a obsesión global en menos de 200 años
Rodrigo de Jerez, uno de los primeros europeos en fumar tabaco, sufrió la persecución de la Inquisición por su nuevo hábito, siendo acusado de brujería.
El tabaco, una planta originaria de América, ha capturado la fascinación de culturas alrededor del mundo en menos de dos siglos. Su introducción en Europa, acompañada de un aura de misterio y beneficios, transformó rápidamente su estatus de curiosidad exótica a una adicción global.
El primer contacto europeo con el tabaco se produjo en noviembre de 1492, cuando Cristóbal Colón anotó en su diario las observaciones de Luis de la Torre y Rodrigo de Jerez sobre los indígenas que utilizaban el tabaco en ceremonias. Estos primeros encuentros mostraron al tabaco como una práctica cultural significativa para los pueblos originarios. Rodrigo de Jerez, uno de los primeros europeos en fumar tabaco, sufrió la persecución de la Inquisición por su nuevo hábito, siendo acusado de brujería.
En los años siguientes, el tabaco se fue integrando a la vida europea. Inicialmente considerado una planta ornamental y utilizado principalmente por marineros en los barrios portuarios, su popularidad creció gracias a su reputación como remedio medicinal. Nicolás Monardes, en su obra Historia medicinal de las cosas que se traen de las Indias Occidentales, alabó el tabaco por sus supuestas propiedades curativas para una variedad de afecciones, desde piedras en los riñones hasta dolores de parto.
El impacto del tabaco se vio amplificado por figuras como Jean Nicot, embajador francés en Lisboa, quien introdujo el rapé en la corte de Catalina de Médicis. El uso de rapé se convirtió en un signo de sofisticación en la corte francesa, y el nombre “nicotina” se derivó de su influencia.
A inicios del siglo XVII, el tabaco dejó de ser visto únicamente como un remedio y comenzó a formar parte de las modas europeas. En Francia, la inhalación de rapé se convirtió en un acto de estilo, mientras que en Inglaterra, el corsario Sir Walter Raleigh ayudó a expandir el cultivo y la exportación de tabaco desde las colonias americanas. La planta se integró tanto en la vida cotidiana como en el arte y la literatura, reflejando su penetrante influencia cultural.
A medida que el consumo de tabaco se disparó, los gobiernos comenzaron a intervenir. En algunos estados alemanes y en Rusia, se impusieron penas severas, mientras que en Turquía se amenazó con la pena de muerte para los consumidores. Sin embargo, a medida que el tabaco se consolidaba como una fuente de ingresos, muchos gobiernos optaron por imponer impuestos en lugar de prohibiciones. En España, se estableció un monopolio estatal del tabaco en 1633, aprovechando el beneficio económico que este aportaba.
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En menos de dos siglos, el tabaco logró seducir a una amplia gama de personas, desde reyes hasta plebeyos, y su consumo se convirtió en un fenómeno global.
Con información de Natgeo.
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