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¿Enchufarías tu cerebro a internet? Un avance científico que podría revolucionar la mente humana y ponerla en riesgo

Estas innovaciones podrían revolucionar la medicina, permitiendo monitorear enfermedades como la epilepsia o mover prótesis solo con la mente.

¿Enchufarías tu cerebro a internet? Un avance científico que podría revolucionar la mente humana y ponerla en riesgo

CIUDAD DE MÉXICO.- En un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, surge una pregunta fascinante: ¿y si pudiéramos conectar nuestro cerebro directamente a internet? Adam Pantanowitz, ingeniero biomédico de la Universidad de Witwatersrand, en Sudáfrica, es uno de los pioneros en investigar esta posibilidad. Su proyecto, denominado Brainternet, explora cómo las señales eléctricas del cerebro, recogidas a través de un casco de electroencefalograma (EEG), podrían transmitirse a un ordenador para ser procesadas y reflejadas en tiempo real en una página web.

Este dispositivo permite que las ondas cerebrales sean interpretadas por un software dotado de inteligencia artificial (IA), que distingue qué acciones realiza una persona solo con observar sus patrones cerebrales. “Si las ondas cerebrales son de determinada manera, sabemos que la persona está moviendo el brazo derecho o la mano”, explica Pantanowitz. Este avance plantea una reflexión sobre cómo podríamos interactuar con máquinas y hasta con internet de una forma completamente nueva, abriendo un debate sobre los beneficios y los peligros de conectar nuestra mente a la red.

El Futuro de las Comunicaciones Entre Mente y Máquina

La visión de Pantanowitz no se detiene en Brainternet; su próxima meta es que la transferencia de información ocurra en ambas direcciones: no solo enviar datos desde el cerebro a un dispositivo, sino también recibirlos desde internet hacia la mente. Este concepto de “internet de las cosas” podría extenderse hasta nuestras neuronas, permitiendo una integración directa con la red. Tal avance podría resultar útil en diversas áreas, como la medicina. Por ejemplo, en el caso de las personas con epilepsia, este sistema podría monitorear la actividad cerebral en tiempo real y alertar sobre una posible crisis antes de que ocurra, lo que permitiría actuar con anticipación.

Otro posible beneficio sería la mejora en el tratamiento de trastornos como las migrañas, que siguen patrones específicos en el cerebro antes de aparecer. Sin embargo, Pantanowitz también advierte sobre los riesgos potenciales de esta tecnología. Si bien las aplicaciones médicas son prometedoras, el acceso a la actividad cerebral podría poner en riesgo la privacidad mental, y el futuro de la comunicación cerebro-máquina plantea importantes dilemas éticos.

La Red Cerebral Pasiva y el Desarrollo de Interfaces Mente-Máquina

Un paso más en la exploración de la conexión entre la mente y la máquina lo da el proyecto BrainConnect, también dirigido por Pantanowitz. Este sistema permite que el cerebro actúe como un intermediario entre el usuario y la computadora, algo que podría compararse con un código morse. Los datos captados por el EEG se traducen en acciones sin que el individuo haga más que prestar su cerebro para el proceso. El objetivo es lograr que las personas interactúen con los dispositivos a través de simples impulsos neuronales.

A medida que avanza la tecnología, Pantanowitz predice que, en menos de una década, será común conectar el cerebro a máquinas de forma no invasiva. Sin embargo, también señala que la privacidad mental podría verse seriamente comprometida, ya que, como ocurre con las redes actuales, la información podría ser hackeada. Este avance no solo promete transformar la manera en que nos comunicamos, sino también cómo percibimos nuestra propia mente.

Neurociencia Aplicada: Manipulando la Mente y los Movimientos

Un ejemplo más tangible de cómo la ciencia está avanzando en este campo lo ofrece Eric Leuthardt, neurocirujano y escritor de ciencia ficción, que explora la interacción mente-computadora con sus pacientes. Utilizando electrodos implantados en el cerebro, Leuthardt ha logrado que personas con parálisis jueguen videojuegos y manipulen dispositivos simplemente con el poder de su mente. A través de estos experimentos, se está descifrando cómo las neuronas del cerebro se activan en respuesta a pensamientos específicos, como el movimiento de los miembros.

Este tipo de avances podría tener aplicaciones revolucionarias en la medicina, como permitir que personas con discapacidades motoras controlen dispositivos ortopédicos o incluso miembros prostéticos, mejorando así su calidad de vida. Sin embargo, este campo aún está en fase experimental, y aunque el progreso es prometedor, los científicos aún enfrentan grandes desafíos en la comprensión total de cómo funciona el cerebro y cómo traducir sus impulsos en acciones precisas.

Riesgos y Desafíos de la Conexión Cerebro-Internet

El potencial de estas tecnologías plantea preguntas importantes sobre la privacidad y el control de la información. ¿Qué pasaría si nuestras mentes pudieran ser hackeadas, o si nuestros pensamientos fueran manipulados a través de dispositivos externos? La posibilidad de ver nuestra mente asaltada por publicidad personalizada o incluso la intrusión de ideas ajenas es una de las preocupaciones más grandes que surgen de este tipo de avances tecnológicos. Para mitigar estos riesgos, algunos investigadores proponen el uso de redes cuánticas, que serían más resistentes a los intentos de hackeo.

La tecnología necesaria para conectar el cerebro a internet no está exenta de dificultades. Actualmente, los implantes cerebrales requieren intervenciones invasivas, y el cuerpo podría rechazar estos dispositivos. Sin embargo, empresas como Neuralink, fundada por Elon Musk, están trabajando en circuitos electrónicos que se fusionen con las neuronas, permitiendo una conexión más fluida entre el cerebro y las máquinas sin que el organismo los rechace.

El Futuro de la Mente Conectada: Oportunidades y Amenazas

Aunque la idea de conectar el cerebro a internet puede sonar como ciencia ficción, la realidad es que ya estamos caminando hacia ese futuro. Desde aplicaciones médicas hasta posibles mejoras en la comunicación y el control de dispositivos, los avances en neurociencia y tecnología de interfaz cerebro-máquina podrían transformar radicalmente nuestra forma de interactuar con el mundo. Sin embargo, los riesgos asociados, como la pérdida de privacidad y el control externo sobre nuestros pensamientos y acciones, exigen una reflexión profunda sobre cómo gestionar esta poderosa tecnología.

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El desafío está en encontrar un equilibrio entre las oportunidades que ofrece esta conexión y los peligros que podrían surgir. La discusión sobre el uso ético de estos avances, como la creación de interfaces cerebrales y neuroprótesis, está apenas comenzando, y aún queda mucho por explorar antes de que la mente humana pueda estar completamente conectada a internet.

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