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Criterio

No es realmente necesario repetir una vez más las estadísticas en la materia pues continuamente aparecen publicadas y comentadas en diversos espacios. Llevamos en México -en nuestro querido Norte y en nuestra región también- buen número de años rodeados de imágenes, notas y noticias de hechos violentos, no pocas veces perpetrados con tan singular crueldad que en este sentido la Edad Antigua y la Edad Media se quedarían cortas. Para colmo, cuando apenas las cifras van a la baja ya vienen los rebotes y nuevos paroxismos que marcan un curso oscilatorio de la violencia en México; en lugar de poder decir que la violencia se va, lo que en realidad ocurre es que se nos va de las manos. Propuestas van y vienen, estrategias vienen y van, explicaciones y declaraciones sobran pero la realidad es que seguimos viviendo muchos hechos de violencia. Y cada quien tiene sus explicaciones: Para unos es la crisis económica, para otros la impunidad por sí sola, otros nos dicen que es la corrupción, otros más que es una educación fracasada, y así cada uno trae su librito. Creo que cada quien tiene su trozo de razón, pero me parece que tanto suceso violento nos confunde y nos opaca la visión de, por lo menos, los motivos intermedios de esta situación. No quiero ahondar aquí en los motivos biológicos o genéticos de la violencia humana porque, en realidad, son materia todavía no bien definida. Pero vamos, como decía, a los motivos, condicionantes o facilitadores intermedios: Estamos rodeados de imágenes de violencia, ya no sólo en las revistas al estilo de “Alarma”, “El Circo” o las secciones de tipo “nota roja” de algunos diarios, sino en las cotidianas telenovelas de las poderosas emisoras de mayor “rating”, en gran cantidad de noticieros de los medios electrónicos y en las notas de las secciones policíacas de la prensa escrita; también, y de manera por demás abundante y descarnada, en sitios de internet ya sea en foto fija o en video, y todo esto lo ve cualquiera, incluso niños, púberes y quien quiera. Y ni qué decir de las películas del género “acción”, especialmente las superproducciones de la industria cinematográfica transnacional, con los más depurados efectos especiales, las más bellas actrices y los más apuestos actores. Es difícil vivir a tal grado rodeado de escenas de violencia y no verse de alguna manera involucrado, atraído y afectado, más aún si todo esto viene envuelto en las maravillas de la tecnología o de ambientación romántica.Agrégale la intención de cohonestar, desde el poder y por la vía legal, actos violentos como lo son cada una de las 166 mil interrupciones intencionales del embarazo que se han realizado legalmente en la CDMX de abril de 2007 al miércoles pasado, 5 de octubre de 2016, en mujeres desde los once años de edad, siendo por cierto casi la mitad de ellas entre 18 a 24 años de edad y una cuarta parte del total (o sea, 42 mil) estudiantes. ¿No será que más al fondo de todo este panorama de violencia está un mal uso de la libertad personal, toda vez que ésta se ejercita desprovista de su moderador natural que es un adecuado sentido de responsabilidad? ¿No será que no tenemos una idea clara sobre el ejercicio de nuestra propia libertad y, en consecuencia, heredamos a nuestros hijos y venideras generaciones un paquete de criterios confusos donde cada quién piensa tener “su verdad”?

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