Diálogos diversos
La película que esa tarde habíamos elegidos estaba por iniciar. La sala de cine medio llena (o medio vacía) y, palomitas y refresco de por medio, nos acomodábamos para empezar a ver los avances (tráiler) de películas próximas a estrenarse y, obviamente, después disfrutar la gran función. Todo transcurría bien hasta que las imágenes y la voz conocida de un precandidato al Gobierno del Estado empezaron visualizarse y tocar el tema de “Yo propongo”. En el mensaje el precandidato señaló que él mismo o un brigadista tocarán a la puerta de las casas para recoger las propuestas que los ciudadanos consideren se puedan llevar a cabo como obra de Gobierno (así entendí), y como fondo de apoyo se proyectaban algunas imágenes de ciudadanos que comentaban algunas propuestas generales. No me enfadé. No tenía por qué hacerlo porque para eso hay un Instituto Electoral especializado que aplica las reglas del juego electoral y en sus sesiones internas (que ya son públicas) se analizan agudamente este tipo de asuntos. Más bien me pregunté, con la mirada perdida en las imágenes que se proyectaban, la ansiedad de ver la película que esperé algún tiempo, el sabor de las palomitas y el refresco, y las voces de algunas personas que “cuchicheaban” alguna crítica sobre ese tráiler no pedido de la película sobre la sucesión de Gobernador en Sonora, qué podríamos proponer ciudadanos comunes que frecuentemente vamos al cine, participamos en algunas carreras locales pedestres, con hijos estudiando en nivel básico, que no se pierden partido de los Cimarrones o de algún equipo de beisbol, que trabajamos en distintos rubros y giros profesionales, y que reconocemos, como es mi caso, que habría que trabajar más en la calidad de la ciudadanía, respecto a lo que buscan escuchar los precandidatos ya designados. De entrada puedo reconocer que algo de verdad hay de que no vale la pena proponer de abajo hacia arriba porque todo lo que un ciudadano diga se lo lleva el aire. Sin embargo, habría que aprovechar que cuando son tiempos de precampañas y una semanas más delante de campañas formales, una vieja paradoja se hace posible en nuestro entorno: La demanda de los candidatos para “escuchar” a los ciudadanos crece al grado de que piden reuniones, desayunos, van a las colonias, asignan buzones para recibir cartas y, por única vez, los ciudadanos son la materia prima de los que buscan puestos de elección. En Ciencia Política se dice que es el momento en que los ciudadanos se convierten en “los principales” (jefes) y los políticos en los “agentes” (obedecen). Después de eso, se invierten los ejes y nuevamente a la clase política se vuelve inalcanzable, decisora, un cártel de autoridad legítima que puede hacer y deshacer y hay que tener cuidado si te opones. Por eso, volviendo al punto en el que intentaba disfrutar una película en el cine y cuando escuchaba la idea de proponer algo, subrayé mentalmente algunos temas que alguien debería decirle a los precandidatos al Gobierno de Sonora. Bueno, pues, como tengo la fortuna de que EL IMPARCIAL me brinda este espacio, aprovecho para decir que tengo algunas propuestas. La primera de ellas es que no hagan caso a los miembros de sus equipos que les digan que deben subestimar a los ciudadanos cuando se den los tiempos de presentar su oferta. Hace ya algunos años, en la Universidad de Salamanca, España, platicaba con el director de la casa encuestadora Parametría sobre el votante sonorense. Me resumía que se trataba de un electorado “sofisticado”, en otras palabras, difícil de predecir. Por eso pienso que si ustedes nos brindan un discurso natural, con ofertas terrenales, que surjan de diagnósticos científicos sobre los problemas que aquejan a nuestra entidad, muy seguramente, no solamente van a decirnos qué van a hacer, sino que podrán incluir los mecanismos, la metodología para llevar a cabo esas obras y todo tendrá mayor sentido que si solamente mencionan ideas generales. En segundo término, quisiera decirles algo que quizá ya tienen anotado sus equipos pero que deben problematizar para una mejor comprensión del terreno en el que están: El sello de las elecciones de Gobernador en los últimos tres procesos electorales ha sido de alta competitividad, esto es, que los márgenes de victoria entre el partido ganador y el segundo lugar es muy reducido. ¿A qué se debe eso? Han sacado cuentas sobre el perfil del elector sonorense que vota diferenciado y así genera gobiernos sin mayoría para un partido político, que es capaz de romper con aquellos viejos resultados de votos totales para un solo partido político, y por qué no, quizá un buen sector de votantes razona su voto antes de emitirlo. Se conformarán ellos con discursos vacíos o campañas somnolientas. Por último creo que la idea de innovar en el cuarto de guerra (War room) debe ser algo inmediato. Para muchos votantes es preferible ver a nuevos militantes que está esperando desde hace años la oportunidad para demostrar que puede ayudar a ganar a un candidato que volver a soportar las viejas caras de “mapaches” que pululan en ambos partidos, algunos de ellos en funciones públicas federales y estatales. Bajo esa idea es que deben repensar si buscan seguir alimentando la idea de comprar amigos y a gente desde el Gobierno, de que la clase gobernante es una familia intocable, que desde sexenios atrás y hasta ahora hay “magnates oficiales” que si se les antoja pueden hacer y deshacer en temas de corrupción y negocios personales, o bien decidir a cambiar el estado de cosas. Me parece que hay muchas cosas más que pueden repensar desde ahora que están en precampaña. Volveremos al tema.
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