Diálogos diversos
En el pasillo que conduce a la salida del edifico central de El Colegio de Sonora me detengo a conversar con un par de compañeros de trabajo sobre el tema de los anuncios de los (pre) candidatos a distintos puestos de elección en la entidad y específicamente de Hermosillo. Son dos jóvenes entusiastas, profesionales de su trabajo, y como muchos otros, conversan sobre la política y el contexto, buscan explicaciones. Me detuve con ellos porque me preguntaron sobre los contenidos de los anuncios en la radio, televisión, redes sociales, de los políticos que andan buscando un puesto de representación. Solamente atiné a contestarles que estoy preparando un trabajo sobre la relación entre falacias y propuestas de los candidatos. Que espero esté listo poco después de las campañas y antes de las elecciones. Pero insisten en el tema porque uno de ellos pertenece al distrito de uno de los políticos que anuncia y ve “cosas” distintas a los que uno de los muchacho padece y ve por rumbos de su casa. Después de despedirme me quedé interesado en la charla y me dio gusto que en los pasillos se esté reflexionando sobre lo que hacen, dicen, escriben, los políticos profesionales. La discusión doméstica sobre los problemas públicos es un buen ingrediente para activar a los ciudadanos. Pero visualizar problemas de “abajo hacia arriba” puede ayudar a mejorar cualquier plataforma de trabajo, incluyendo la propia agenda ciudadana. De hecho, todo mundo nos hemos preguntado alguna vez por lo accidentado de la información que “avientan” los políticos a los ciudadanos, su lente (la de los políticos) es distinta a los binoculares ciudadanos. En los distritos o municipios que representaron ven salud donde existe dengue y rickettsia; ven obras públicas de calidad donde las calles están llenas de baches y carros estacionados encima de las banquetas; aseguran que ha bajado la delincuencia en zonas donde no puedes pasar porque te arriesgas a un asalto por unos cuantos pesos. Eso sí. En los distritos o municipios en que se encuentran el partido oponente todo está mal. Es zona de necesidades debido a que su contrincante se dedicó, al menos dos años y medio, en preparar su paso a otro escaño en lugar de ponerse en trabajar gestionando recursos para atender las necesidades del segmento de ciudadanos que representa. Así, aparece entonces la idea reduccionista de que “como son tiempos de precampañas y campañas es de esperarse ese tipo de información”. Y ahí es justo donde, en mi lectura, aparece un problema que muy pocas veces nos detenemos a desmenuzar: El papel de los medios de comunicación y su influencia en los electores. Recientemente Parametría, a propósito de la finalización de las precampañas, realizó un estudio para evaluarlas. Partiendo de que existen por lo menos dos forma de evaluar una campaña electoral o de comunicación política: Registrar el cambio en la intención de voto, o ver los niveles de recordación, identificación y/o persuasión de las mismas, el ejercicio consistió en realizar una medición registrando el nivel de recordación de los slogans o “sound bites” de cada una de las precampañas. Se dice que bajo este supuesto entre más recordación haya podría persuadir más a un elector, pero para ello los medios en que se comunican las propuestas importan. Los resultados fueron los siguientes. La medición ubicó a la televisión como el medio más influyente en el elector, seguido de la radio, después los periódicos, los espectaculares y en el último lugar el Internet, pero con el nada despreciable 17% de los que respondieron. Estos datos se compararon registrando que estos niveles de influencia reconocidos por el propio elector son menores que 2006. Hace nueve años el porcentaje que dijeron que la televisión les influye fue del 56%, después el periódico con 37%, en tercer lugar la radio (35%), espectaculares (25%), y el Internet (14%). El dato más importante es que en este 2015 los porcentajes reconocidos de influencia son más altos que en 2006, y los periódicos predominan por encima de la radio. Por otra parte, se observa que durante 2014 y lo que va de este año hay un fuerte declive en los resultados ante la pregunta sobre la confianza en los medios de comunicación. Los noticieros de televisión muestran que de julio de 2013 a julio de 2014 la confianza se redujo en 18 puntos. Los periódicos en 10 puntos, y la confianza en los noticieros de radio bajo 8 puntos porcentuales. Esta medición claro que es imperfecta pero vale la pena darla a conocer para ubicar que efectivamente, preocupaciones como las que tienen mis compañeros de trabajo con funciones administrativas son muy válidas y legitimas en un contexto en el que se discute lo que se menciona en los medios comerciales y públicos (los que se sostienen con presupuesto del erario). En resumen, los códigos y mensajes que un ciudadano escucha debe verificarse cómo se dicen, quién los dice, y sobre todo, qué tipos de programas lo promocionan. Habría que seguir indagando sobre el perfil de los medios de comunicación.
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