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Diálogos diversos

La línea delgada que cruza la “sensibilidad” y la “realidad” de los mexicanos fue exhibida en esta semana. Bastaron tres expresiones en distintos momentos para encender el tema sobre las complejidades de nuestros complejos, el miedo a no reconocer lo que somos. Dos de las primeras expresiones que desencadenaron nuestra pasión por refutar cualquier verdad escondida se presentaron en la entrega de los premios Óscar en la que algunos mexicanos, en mi lectura, aprovechando la grandeza de algunos redescubrieron que vale la pena hacer ruido cuando alguien emite alguna opinión de la cual solamente nosotros somos propietarios. Primero fue el actor Sean Penn que saliéndose del libreto (CNN en Español) emitió un mensaje o broma antes de anunciar uno más de los premios que obtuvo el pasado domingo el director de cine Alejandro González Iñárritu. Segundos después el comentario estaba recorriendo el mundo posicionando el tema por encima de nuestros principales problemas. Argumentos conservadores, liberales, intermedios, se dejaron escuchar para interpretar lo dicho por un amigo a otro amigo como el mismo personaje premiado lo ha dejado ver, pero que desafortunadamente trastoca la sensibilidad de un tema que es parte de la agenda de discusión entre demócratas y republicanos en aquel País. Quizá sin preverlo el actor protagonista de la película “21 gramos” con su comentario roció de gasolina la lumbre que evoca la penitencia que tiene que pagar cualquier mexicano para poder traspasar un muro y encontrar otras oportunidades. La gran diferencia es que se lo dijo como amigo a un triunfador, a un personaje que ya era importante incluso antes de ganar las estatuillas. Pero el colectivo reacciona para cuestionar lo que otro tipo de mexicanos sí resiente de manera humillante, arriesgando la vida, dejando todo detrás para buscar nuevas opciones. Así llegó Leo Manzano desde Guanajuato a Texas para después ganar la medalla de plata en la prueba de mil 500 metros planos en las Olimpiadas de Londres, sólo que para ese entonces ya competía para Estados Unidos. Así también llegó cruzando la frontera de manera ilegal el neurocirujano Alfredo Quiñónez Hinojosa para tiempo después graduarse en Harvard y posteriormente trabajar hasta la fecha para el prestigiado Hospital de la Universidad John Hopkins. Hay muchas formas de reconocer la grandeza de otros, de decirle al amigo lo que vale, de buscar encumbrar más el prestigio de otros, y es cierto, hay muchas maneras de decir bromas. El asunto es que a pesar de que muchos mexicanos gustan de la risa, de darle humor a las propias desventuras, hacer chistes como los de “Pepito” para reseñar la imaginación del mexicano no permitimos a otros que emulen lo que nosotros pensamos de nosotros mismos. Nosotros sí podemos decirle a Hugo Sánchez que es un arrogante, un indio que triunfó en España, pero escucharlo de la prensa española es discriminatorio. Lo grande que fue Hugo Sánchez en su momento, solamente lo puede decir el mexicano, lo grande que es Iñárritu hoy solamente nosotros lo podemos vitorear a nuestra manera, incluso las bromas son indignantes. La segunda expresión que abonó a nuestros miedos, especialmente al Gobierno federal en turno, la generó el propio director premiado al señalar “Ruego que podamos construir el Gobierno que merecemos”. La respuesta del PRI fue “Coincidiendo con el orgullo mexicano, es un hecho que más que merecerlo estamos construyendo un mejor Gobierno…”. Muchos mexicanos, entre los que me encuentro, buscamos descifrar qué tipo de Gobierno se está construyendo con un sexenio que en dos años se desmoronó, que se contradice en cuanto al crecimiento económico, que está podrido por la corrupción y recién aprueba una vacuna demasiado débil. Sí creo que merecemos mejores gobiernos estatales, municipales, federal. Por último, el líder de la Iglesia Católica al enviar una carta a su amigo Gustavo Vera anota “ojalá estemos a tiempo de evitar la mexicanización de Argentina… Estuve hablando con algunos obispos mexicanos y la cosa es de terror”. Rápidamente, de nuevo, se dejó escuchar el ruido de las lamentaciones que desde el interior solamente nosotros podemos reconocer. Como un enfermo que no le gusta que otro le diga que está muy mal de salud, el resentimiento diplomático y de algunos mexicanos se escucharon para cuestionar lo anunciado por el Papa. Entonces ¿qué es lo que sucede en Guerrero, Michoacán, Tamaulipas, algunas partes de Chihuahua, entre otras entidades? Sí creo que hay muchas historias reales de terror. Sí creo que algo grave pasa en algunas entidades y municipios mexicanos. ¿Qué México miramos nosotros que no permitimos que otros aludan a él? ¿Qué miedo líquido tenemos?

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