Diálogos diversos
Los mexicanos nos estamos acostumbrados a dar las gracias a los gobernantes que se van porque se les venció el periodo. Es cierto que hay personas muy adultas que tienen buenos recuerdos del general Lázaro Cárdenas y quizá más atrás algunos otros hayan recordado a algún gobernante emanado de la Revolución, debido a que un País que empieza a reconfigurarse después de un movimiento político social da como primeros resultados que algunos resulten beneficiados. Sin embargo, en el periodo llamado México Moderno (o contemporáneo) todos los gobernantes (o casi todos) han dejado el cargo con calificaciones muy bajas y en medio de críticas que derivan del desempeño y resultados de Gobierno. Por lo mismo, también es muy raro escuchar a algún gobernante mexicano o latinoamericano que se despida cuando cumple su mandato con una expresión no retórica ni hipócrita, en la que diga “gracias pueblo” en el sentido más honesto que puede surgir de aquella “ética de la convicción” que tanto aludía Max Weber en su ensayo “El Político y el Científico”. Y es raro escuchar a alguien decir eso porque si revisamos los informes y estadísticas para América Latina (especialmente las de México), lo que encontramos en los gráficos son curvas en orden decreciente sobre asuntos públicos de gran relevancia como crecimiento económico, salarios, inversiones, derechos humanos, libertades, violencia doméstica, pobreza, entre muchos otros temas que no me alcanza el espacio para anotarlos. Quizá la excepción de todo esto que he comentado en las líneas anteriores es el hoy ex presidente uruguayo José “Pepe” Mujica. En mi lectura, y a tono con las pláticas que hace días tuve con un par de amigos uruguayos, don “Pepe” Mujica puede servir de molde para las futuras generaciones de políticos que, no dudo, haya algunos que sí les puede interesar construir una relación eficiente entre el Ejecutivo, el Congreso, y la sociedad civil. Aquí algunos datos del Centro de Estudios para América Latina (Cepal) de lo que don “Pepe” les dejó a los uruguayos en tan sólo cinco años de Gobierno (2010-2015). Teniendo como dato que Uruguay tiene sólo 3.2 millones de habitantes, al finalizar el mandato de Mujica según la Cepal el País es el segundo con menos pobres, tiene la menor población de indigentes, redujo el desempleo en 6.8%, la pobreza en 11.5 punto porcentuales, con su gabinete y sus políticas el País creció 5.6% (el doble de la década de 1990 a 2000); dio apertura al mercado para el agro, apostó por una mayor inversión extranjera. Además, mejoró sus relaciones con los dos gigantes que tiene a su alrededor Brasil y Argentina. Fue una figura política que supo incorporar a la oposición a su gabinete de Gobierno. Aparte, ganó prestigio internacional por haber logrado legalizar la compra, venta, y cultivo de la mariguana bajo supervisión del Estado y teniendo como base la idea de “robarle el mercado al narcotráfico”. Su figura fue reconocida por ser un mandatario realmente austero que viaja en un viejo “vocho” que a veces incluía dar un “aventón” a personas que se encontraban en la carretera. Alguna vez quedó herido al tratar de ayudar a su vecino cuando una fuerte tormenta azotó a su región, además donó mes tras mes casi el 90% de su sueldo a asuntos de caridad, aprobó la habilitación del matrimonio entre personas del mismo sexo y despenalizó el aborto antes de las doce semanas de gestación con ciertas regulaciones por parte del Estado. En la declaración de sus bienes reportaba su casa en La Chacra, dos autos viejos Volkswagen, y tres tractores. Así fue la gestión y forma de vida de don “Pepe”, a quien no le importaba que su ropa tendida después de ser lavada la viera toda la persona que pasaba por enfrente de su casa. Al cerrar su mandato, en los últimos meses, fue asediado por la prensa y dijo más de una cosa sencilla pero llena de tarea para las futuras generaciones. Con casi 80 años de vida, un pasado guerrillero, y un visión de Estado clara, atinó a comentar que “el capitalismo parece haber dado todo de sí” (La Jornada, 22 febrero, 2015). Habló de transformar el Estado, de que “nada es más hermoso, más preciado, que la vida”; “que vale la pena pelear para que la gente tenga un poco de comida”, y que “el gran elemento distribuidor en la sociedad, al menos en la actual, es el salario”. Me pregunto si hoy en México y especialmente en Sonora puede haber alguien que se atreva a emular el pensamiento de Mujica, al menos, en cuanto a humildad y carisma para enfrentar y sacar adelante con eficiencia a nuestras regiones. Yo lo dudo mucho, por eso no estamos acostumbrado a que un gobernantes lo despidan y se despida con un mensaje que diga “gracias pueblo”. Pero a la vez me pregunto por qué no dar un voto de confianza a alguien que quiera pensar diferente.
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