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Diálogos diversos

No hay que sorprenderse de que los datos que se muestran al público marcan una tendencia a un “bipartidismo” en las elecciones de Gobernador en Sonora. Así ha sido en las elecciones de la última época en que, salvo los comicios de 1997, con todo y correctivos a las reglas del juego electoral, el fenómeno del “bipartidismo” sonorense parece darle la razón a la observación que en los años cincuenta del siglo pasado hacía el profesor Mauricio Duverguer cuando afirmaba que el sistema electoral mayoritario conduce a un sistema bipartidista. Es cierto, de esos años a la fecha ya hay modelos electorales que refutan el argumento que académicamente se otorgó con el nombre de “efecto de la ley” dado que en ese tiempo podía generalizarse para casi todos los sistemas electorales en funciones. Sin embargo, hay dos asuntos que llaman la atención en este tema. Por una parte, en el clásico texto de este profesor francés algo que también quiso dejar claro fue que él no consideraba su principio como algo absoluto: Sugirió solamente que el sistema mayoritario retrasaría la aparición de una nueva fuerza política y aceleraría la desaparición de una fuerza que estuviera debilitándose, por cierto, el sistema de representación proporcional tendría el efecto opuesto, es decir, tendería a generar multipartidismo. En ese sentido si hoy damos el voto de vigencia al argumento de Duverguer nos encontramos con que efectivamente con el paso del tiempo la disputa es entre dos partidos y la fuerza (que no izquierda) ha tendido a debilitarse hasta casi desaparecer, y esos son los partidos que hoy en gustan de mostrarse en el lado izquierdo ideológico pero que desafortunadamente no atina a transmitir un argumento que valga la pena. El otro punto que quiero anotar se refiere a la forma en que la Ciencia de la Política ha buscado indagar sobre los efectos del multipartidismo, y esto contrasta con toda la argumentación que he señalado líneas atrás sobre el tema del bipartidismo. Me refiero a la idea de que en la entidad efectivamente dos partidos políticos se disputan el principal puesto, sin embargo, todos sabemos que el número de partidos es mayor a dos, lo que técnicamente se llama sistema multipartidista. De esa forma, en el mejor de los casos, lo que tenemos en Sonora en cuanto a sistema de partidos no sería un “bipartidismo”, más bien estamos hablando de un “número efectivo de partidos” que es el resultado de calcular cómo se fragmentan los partidos cuando son muchos y compiten por un escaño, lo que da como resultado que el voto sea repartido entre todas las opciones al grado de que dos de ellos reciben la mayoría de los votos y los demás unos pocos en los que unos ponen en riesgo el registro y otros saben sobrevivir y alcanzan a obtener prerrogativas. Y justo por ese tipo de datos es que nuestras elecciones se vuelven complicadas, costosas, desalentadoras, los partidos políticos tienden a tener dueños, los órganos electorales son cooptados, y después de eso, las campañas tiendan a aburrir, a ser más de lo mismo, a ser protagonizadas por los insultos, descalificaciones, por la influencia mediática después de que una encuesta se da a conocer en algún medio. En otras palabras, se da paso al teatro de baja calidad en lugar de montar la mejor obra en la historia electoral. Por lo mismo, en medio de todo este contexto siempre surge la pregunta sobre ¿qué papel juegan hoy las elecciones? en lugar de que en estos momentos haya convencimiento sobre la importancia de este instrumento de democracia representativa como una condición necesaria para que podamos tener gobiernos y sigamos pensando en que pese a los defectos que la organización política tiene es posible generar consensos y fortalecernos con las opiniones diferentes que vamos encontrando en el camino. En resumen, no creo que el sistema de partidos sonorenses sea bipartidista aun cuando la disputa en el poder sea entre dos partidos políticos. Sabemos y aunque a veces no queremos que sea así por lo costoso que son los partidos políticos, que el número de partidos es más grande por ello es mejor analizarlos tomando en cuenta el índice de fragmentación partidista, es decir, analizar los porcentajes de votos que recibe cada partido pero además de dónde provienen, qué segmentos de ciudadanos votan por unos o por otros. En el mejor de los casos, va a resultar interesante saber cómo van a votar los nuevos ciudadanos. Mejor aún, es indispensable saber qué piensan los nuevos votantes de las elecciones.

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