Diálogos diversos
Las campañas electorales que están en marcha para los distintos puestos de elección son el reflejo de lo que hoy es el modelo electoral mexicano. Con la reforma político electoral de 2014 vinieron nuevas reglas y también llegaron nuevas formas de operar y trabajar para ganar elecciones. Todos sabemos, o al menos intuimos, que el objetivo de los partidos políticos es ganar porque el segundo lugar no existe en la política electoral. Quizá algunos partidos de reciente creación consideren que ganar significa alcanzar el porcentaje mínimo que la ley pide para sobrevivir y así continuar con el proyecto que dio origen a ese partido. Sin embargo, el concepto de victoria electoral de los partidos principales pocas veces se revisa a la luz de otros factores que no sea el de obtener el poder para utilizarlo en la construcción de proyectos personales y políticos para todos aquellos agentes cercanos a esa victoria electoral. Por lo mismo, uno de los problemas que podemos observar en la estructura de esa reforma político electoral de 2014 es que a pesar de ser la madre de todas las reformas electorales de las últimas décadas, nuevamente, como lo fueron las anteriores, su alcance es intermedio. Y es una reforma de alcance debido a que su esencia se asocia a un espíritu cercano a corregir procedimientos electorales, no a garantizar la consolidación de la democracia ya sea la nacional o la de las regiones o entidades de México. De esa forma, una explicación que podemos dar sobre el estado actual que guarda el proceso electoral 2015 en cada una de las entidades y principalmente en Sonora se debe a que todo está centrado en cómo van los procedimientos, no si las instituciones que garantizan el bienestar de los ciudadanos pueden perdurar a lo largo del tiempo. Es válido decir que el tema de la consolidación democrática es una categoría de análisis relativamente nueva y surge en el contexto de la “tercera ola” de expansión global de la democracia, es decir, desde que los países latinoamericanos que sufrieron las dictaduras empezaron a democratizarse. Se trata de un concepto impreciso, especialmente porque no está claro en qué momento del cambio político da inicio el proceso de consolidación de una democracia. Lo que sí es claro en la literatura sobre el tema, pese a las imprecisiones del propio concepto, es que el concepto “designa el proceso mediante el cual las instituciones democráticas pueden sobrevivir en el tiempo y en el espacio en un contexto político y económico determinado”, tal como lo señala Moisés López Rosas en un viejo texto publicado en el libro “El léxico de la política” (FCE, 2000). Por eso es importante preguntarnos si las campañas sonorenses y después los resultados electorales apuntan hacia algún tipo de consolidación democrática. Por ejemplo, no es ajeno para ninguno de los candidatos el concepto de democracia considerando que en muchos de sus discursos lo utilizan. Y eso está bien. Pero también debe existir una preocupación por la idea de buscar aplicar y consolidar algunas prácticas asociadas a la democratización. Por ejemplo, quizá es hora de poner en los principales puestos de decisión a personas que tengan los mayores méritos o sean expertos en las áreas de trabajo y evitar los nombramientos por compromiso, por amistad, por lealtad, o bien, por recomendaciones. Otro ejemplo puede ser buscar que el trabajo entre el Poder Ejecutivo y Legislativo no se atore por asuntos menores. Debe consolidarse una relación productiva, de contrapesos, y principalmente deben permear deliberaciones de calidad en la que el asunto ciudadano sea motor de cualquier diálogo entre el Congreso y el Ejecutivo. Y lo mismo debe plasmarse en el tema de la impartición de justicia. Hay demasiadas tareas que deben realizarse para consolidar una justicia apegada a los derechos ciudadanos, que busque resolver situaciones controvertidas en las que resalte el debido proceso y los resultados imparciales. Por último, la consolidación democrática en nuestra entidad se puede intentar si el tema de la corrupción deja de ser discurso y se asume con el valor que conlleva saber que el dinero público es intocable para atender asuntos personales o de grupo político. Por eso no sirven de nada las fotos protagonistas sobre el tema, una enorme oficina que alberga a una burocracia que investiga temas de corrupción pero que no brinda ningún resultado, discursos que cuando se operacionalizan a través de metodologías básicas el resultado es que son de muy bajo contenido. Por eso, vale decir, que una cosa es hablar de democracia y otra de consolidación.
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