Diálogos diversos
Cuando un candidato a gobernar una entidad habla ¿qué debe decir? ¿qué debe mostrar como recurso medible y claro para que su futuro plan de acciones tengan credibilidad frente al electorado? ¿qué factores debe aprovechar o dejar de lado para posicionar una propuesta ante los votantes? Se trata de preguntas que no son fáciles de responder debido a las dimensiones de su estructura. Sin embargo, soy de la idea de que los llamados “debates entre candidatos” a pesar de estar guiados por acuerdos entre los partidos políticos que finalmente aprueban las reglas con las cuales éstos se llevarán a cabo, deben preocuparse por atender este tipo de preguntas para evitar el desatino que en el fondo se percibe cuando no se alcanza a distinguir entre propuestas, ideas y descalificaciones. Por una parte debe anotarse que los candidatos no tienen la culpa por el tipo de formato que limita la idea de un debate real e intenso sobre propuestas (o ideas) respecto a la entidad que quieren gobernar. Incluso más a favor de ellos, y pese a las diversas opiniones que se han emitido sobre el intercambio de ideas que tuvieron el martes pasado, yo anoté algunas propuestas que pueden ser parte de un programa de trabajo de seis años. Es cierto, a demasiadas propuestas les hace falta el mecanismo que permite entender cómo se pueden aterrizar en política pública algunos de los asuntos que ellos plantearon. Pero eso es otro tema que no busco abordar en este espacio. Me interesa más comunicar dos pequeños asuntos relacionados a las preguntas que anoté al inicio de la columna bajo la idea de que el próximo encuentro que sostengan sea mucho más sólido frente a un electorado que es difícil de “roer” y que apunte hacia esos indecisos que pueden definir la elección. Por ejemplo, creo que los candidatos y candidata deben aprovechar estas semanas para conocer más sobre el estado que guarda la entidad en los temas de mayor preocupación. Evitar leer las tarjetas o datos que les procesan sus equipos y dar por sentado que las cosas son así, es mejor razonar e incluso discutir junto con su equipo los pormenores de esos datos, entender el contexto de por qué el dato es así, encontrar algunas de sus causas. Ese razonamiento colectivo ayudaría a los candidatos y candidata a manifestar con mayor claridad una propuesta concreta y plausible de ser aplicada en la entidad. El razonamiento y discusión colectiva los entrenaría para que se sientan con mayor soltura, confianza, transmitiendo un lenguaje claro. Es cierto, mucha gente quiere ver un “poco de sangre”, esperan que frente a las cámaras de televisión se diga quién es muy poco profesional en la política, que se muestren evidencias de por qué los contrincantes son políticos con antecedentes negativos. El detalle es que los dos minutos que se tienen para plantear una propuesta no es suficiente para descalificar y proponer, pienso que los 120 segundos deben aprovecharse al máximo para buscar acercar la propuesta a ese segmento de ciudadanos que están esperando algo nuevo, principalmente los votantes que todavía no se deciden por alguna opción. En ese sentido aquél candidato que sepa valorar el tiempo que tiene para exponer una propuesta es porque realmente tiene una propuesta. Por otra parte, si una propuesta surge de un análisis completo de la situación que guarda la entidad entonces debe comentarse o mostrarse la metodología que hace que ésta sea viable, que realmente se puede llevar a cabo. No es lo mismo decir que” todos los niños y niñas sonorenses tendrán beca” a decir que “los niños de educación básica que viven en zonas marginadas tendrán acceso a recursos de apoyo”. Es decir, sí importan las precisiones, los recortes conceptuales, los mecanismos que permiten que una propuesta concreta se lleve a cabo. Bajo esas ideas es que creo que el próximo intercambio de ideas o “debate entre candidatos” puede alcanzar, aun cuando el formato sea inadecuado, mayor calidad en cuanto a la exposición de propuestas. De nuevo quizá muchos ciudadanos sigan inconformes por los resultados que se obtengan al final del próximo debate, sin embargo, soy de la idea de que un candidato puede sentirse ganador si logró construir, comunicar, y desenrollar el mecanismo de cómo desarrollará un conjunto de propuestas concretas que resuelvan temas que verdaderamente nos ocupan y preocupan a los sonorenses. De todas formas, el tema de las campañas negativas es lo que más conocen los ciudadanos, por qué no mejor aprovechar los debates para proponer. Por último, quiero comentar que he pedido a la subdirección editorial de este periódico un receso a mi colaboración semanal. Me concentraré en un cargo directivo en mi institución de trabajo durante los próximos tres años. Agradezco infinitamente a mis lectores y a los directivos de EL IMPARCIAL por todos estos años en que me han brindado este espacio. En un futuro próximo nos volveremos a encontrar aquí.
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