Víctimas, pero de sus decisiones
Como si las decisiones de un adulto, en pleno uso de sus libertades, de pertenecer a grupos criminales fueran prácticamente culpa de los gobiernos.
Es polémico el tema, pero es verdad.
La abrumadora mayoría de las personas víctimas de ejecuciones, levantones o desapariciones forzadas no en Sonora, sino en todo el País, están sufriendo las consecuencias de sus decisiones al involucrarse y formar parte de grupos del crimen organizado.
En los más dolorosos casos son sus propias familias quienes acaban pagando por sus actividades ilícitas.
Es una realidad que se nos estrella en el rostro, aunque haya quien pretenda ignorarla porque la sola cifra de muertes es mucho más útil para el golpeteo político, pero no lo es tanto si agregamos el contexto.
Obvio, me refiero sólo a esos hombres y mujeres, incluso menores de edad, que acaban sus vidas a manos de los grupos contrarios, cuando son atrapados en un descuido.
Ignorar deliberadamente ese aspecto de los índices de homicidios dolosos en el Estado sirve acaso para desacreditar solamente a las autoridades, como si la descomposición del llamado tejido social empezara y terminara con ellos y lo que pasa en el seno de tantas familias nada tuviera que ver.
Como si las decisiones de un adulto, en pleno uso de sus libertades, de pertenecer a grupos criminales fueran prácticamente culpa de los gobiernos.
Repartir culpas es cómodo; esconder nuestra responsabilidad debajo de las presuntas fallas de los demás lo es aún más.
Claramente la responsabilidad de prevenir y combatir la delincuencia es de las instituciones del Estado Mexicano.
Los tres órdenes de Gobierno tienen por ley esa obligación y deben cumplirla, de lo contrario debemos exigirles que lo hagan.
Pensar que el problema está sólo en ellos es evadir la parte que a todos nos toca en la solución.
¿Cuánta gente hay idolatrando delincuentes, cantando corridos y hasta imitándolos?
Muchas.
Y así viven orgullosos, hasta que por desgracia les toca ser víctimas de algún hecho.
Claro, existen las víctimas colaterales, todas aquellas mujeres y hombres que sin relación alguna con grupos delincuenciales terminan en el fuego cruzado.
Pero no es a ellos a quienes me refiero hoy, sino a quienes en su ambición personal se involucran voluntariamente en actividades que luego les cuestan la vida, o a sus familias.
Hoy en día los colectivos de búsqueda de personas desaparecidas han tomado una especial relevancia, integrados mayoritariamente por mujeres madres, esposas y hermanas que buscan a un ser querido.
Tienen claro muchas de ellas que su pariente desaparecido no andaba en las mejores compañías, por eso lo único que piden es encontrarlos, aunque sea muertos, para tener un lugar donde llevarles flores y rezarles.
Entiendo que es mucho más profundo el tema y hay muchas aristas que aquí no se tocan.
Lo cierto es que debemos dejar de considerar héroes a los criminales cuando están vivos… y víctimas cuando son asesinados. Es simplemente la consecuencia de sus decisiones lo que enfrentan.
Los gobiernos tienen la obligación de darnos resultados en el combate a la inseguridad, regresarle al ciudadano de bien la tranquilidad perdida.
No dejemos de exigir eso, porque es nuestro derecho, pero tampoco debemos idealizar a quien envenena y se apropian de vidas y dignidades ajenas.
Sergio Valle, titular del noticiero nocturno de Televisa Hermosillo.
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