(Des) configuraciones
En todo México, pero especialmente en algunas entidades, no se encuentra delineado claramente en dónde inicia y termina de configurarse una parte de la oposición al partido que gobierna al País.
En todo México, pero especialmente en algunas entidades, no se encuentra delineado claramente en dónde inicia y termina de configurarse una parte de la oposición al partido que gobierna al País. Los presidentes de los partidos que conforman la alianza entre el PRI, PAN, y en menor medida el PRD, se han encargado de confundir a su militancia y a confundirse entre ellos. No es para menos, lo que hace pocos años atrás se configuraba como alianza, sin importar si eran “antinatura” o “sin afinidades”, para supuestamente detener el avance de Morena, hoy ese matrimonio forzado por las circunstancias sigue mostrando las debilidades de pensamiento de sus dirigentes y la forma extraña de hacer política pragmática en su conjunto.
En el caso del PRI, el otrora partido hegemónico, poco a poco sigue desmantelándose a lo largo del País en donde antes fue figura estelar. Destaca la desbandada de “personajes” que en sus hojas de vida pueden presumir que estuvieron en las principales posiciones de representación, o bien, fueron miembros de gabinetes presidenciales. Muchos de ellos tienen apellidos que significaban poder y finanzas. Hoy, en el momento de una sucesión presidencial atractiva, no sólo algunos de los principales “jefes” dentro de ese partido se han ido, también lo han hecho algunos de sus súbditos que gracias a la “bendición” de las altas esferas pudieron ser (o son) representantes en algunas entidades.
Pese a ello, su dirigente nacional y, supongo, sus concejales, apuestan a que reactivando a algunos políticos que estaban de sabático o semi retirados pueden rescatar algunas posiciones importantes en algunas entidades, pues piensan que son garantía en las urnas como lo fueron en el pasado, cuando la ciudadanía no tenía muchas opciones y el diseño del sistema electoral tenía más defectos que ahora. Sin duda, sería de antología ver y escuchar en campaña a algunos políticos de vieja escuela (esa en donde la repartición de los recursos públicos no se auditaba, se adjudicaba), pregonar contradicciones como cuando señalan que México necesita de nuevo rumbo porque desde 1929 a 2018 el País fue próspero, pero en casi seis México está perdido.
En el lado del PAN basta con escuchar lo que su presidente nacional dice para inferir cómo actúa. Lo último que se le escuchó decir fue una declaración pública en la que se quejaba de que el Gobernador de Coahuila no respetó el acuerdo firmado para la repartición de posiciones entre los partidos políticos. Ese desliz fue noticia para muchos, pero si ponemos en su justa dimensión esa ingenuidad, quizás en una democracia rigurosa no se le daría tanta importancia porque, como lo han citado algunos estudiosos de las nuevas formas de competencia electoral: “La formación de las alianzas electorales no depende de la proximidad ideológica de sus integrantes, sino que éstas son el resultado endógeno de los cambios en las condiciones de la competencia electoral y a la vez un acelerador de esos cambios”, a esto puede agregarse que tampoco no son parte de una alianza elementos éticos o morales que hagan respetar acuerdos callejeros.
Finalmente, queda el célebre y tristemente PRD, pero en este caso la pregunta es ¿importa este partido político? Considerando que es la imagen viva de una organización política que busca sobrevivir entre tanta (des)configuración de lo que hoy es parte de la oposición en México. También supongo que sí importa, pero más que a su poca militancia, tal vez importa más a su dirigente nacional que busca afanosamente entrar en alguna lista de candidaturas sin campaña, porque aquel exitoso 1997 ha quedado muy lejos.
Doctor en Ciencia Política por la Flacso-México
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