La soledad del sistema de partidos
El sistema de partidos en México ha tomado con su nuevo rumbo: Partidos que antes se odiaban ahora son un feliz matrimonio.
En el discurso de aceptación del Premio Nobel de 1982, Gabriel García Márquez tituló a su escrito: “La soledad de América Latina”, y en las primeras líneas citó al navegante florentino Antonio Pigafetta para anotar lo que escribió este personaje en su paso por la América meridional: “Contó que había visto cerdos con el ombligo en el lomo, y unos pájaros sin patas…, alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una cucaracha. Contó que había visto un engendro animal con cabezas y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de siervo y relincho de caballo. Contó que al primer nativo que encontraron en la Patagonia le pusieron enfrente un espejo, y que aquel gigante perdió el uso de la razón por el pavor de su propia imagen…”.
Esta cita nos convoca a pensar también en la forma extraña, pero real, que el sistema de partidos en México ha tomado con su nuevo rumbo: Partidos que antes se odiaban ahora son un feliz matrimonio; ex funcionarios y ex funcionarias públicas que pertenecieron a partidos políticos que les dieron la oportunidad de cobrar salarios altos, ahora han cambiado de marca política sin mayor rubor; políticos del pasado ahora han regresado a buscar votos emulando al general Bussi en la Argentina después de la dictadura; algunos liderazgos son liderazgos porque antes que proponer saben gritar, pelear sin argumentos, descalificar de forma racistas, saben traicionar, dicen conocer el hambre y más amplio la miseria; se dicen demócratas y quizá no comprendan a los clásicos liberales.
Hay algo más que nos debe preocupar. En mi clase Análisis de las Instituciones Políticas que imparto en El Colegio de Sonora, una joven inteligente preguntó: ¿Cómo debemos entender ahora a los partidos políticos cuando se supone que son grupos de personas que tienen creencias, actitudes, y valores similares? La respuesta nos llevó por el camino de los modelos competitivos desde Schumpeter pasando por Down, en donde se compite dentro de un mercado político. Pero la teoría a veces no explica bien a la realidad, por eso en el caso de México queda esa sensación de vacío de contenido en las acciones de los liderazgos de los partidos políticos.
Regresando al escrito de nuestro Nobel García Márquez, ahora citando a Neruda dice: “En las buenas conciencias…, y también en las malas, han irrumpido desde entonces con más ímpetus que nunca las noticias fantasmales de América Latina”. En el caso de México algunos “intelectuales” que en alguna parte de sus vidas pudieron ganar algún prestigio, hoy son capaces de proponer en sus espacios que la forma de ganar la elección en México es vía campañas en donde corra el chisme, el mitote, las peores descalificaciones personales (going negative).
Hace poco más de 20 años, cuando el País empezaba a des hegemonizarse y la pluralidad empezaba a mostrarse de forma evidente, el sistema de partidos mexicano todavía se encontraba con cabal salud, incluyendo que la alternancia en la Presidencia ya había sido una realidad. Pero pasó lo que tenía que pasar, una nueva opción logró capitalizar el gran hueco que no atendieron los partidos que hoy son oposición, me refiero a los millones de ciudadanos que siempre fueron desfavorecidos, y ello explica en parte por qué lo que antes parecía una asociación de partidos “antinatura” en el plano ideológico, ahora se han juntado y, quizás, pueden parecerse a aquel gigante que encontró Pigaffeta, el mismo que perdió el uso de razón cuando se vio frente al espejo. En lo personal nunca dejaré de inclinarme porque los partidos políticos tiendan a mejorar, reforzarse, pero algunos no lo quieren entender.
Juan Poom Medina
Doctor en Ciencia Política por la Flacso-México.
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