Mando único. Determinación acertada para Sonora
Creo no hay otra alternativa para regresar la paz a aquellos lugares en los que se ha enseñoreado la delincuencia y para prevenir la descomposición de la seguridad en otros.
“La situación de inseguridad que se vive en Baja California priva a la ciudadanía de realizar actividades recreativas y no se ven resultados claros de la autoridad para replantear la estrategia de seguridad. Lo que sí vemos es un desentendimiento de la autoridad, una falta de coordinación elemental que se requiere, no hay un alineamiento de esfuerzos institucionales para ir por los objetivos criminales generadores de violencia”.
Lo anterior fue recientemente aseverado por Edgardo Flores, presidente del Comité Ciudadano de Seguridad Pública en Tijuana y miembro del Consejo Editorial de Newsweek en Español.
Invariablemente, el reclamo por una mayor y mejor coordinación entre las distintas corporaciones policiacas que operan en las entidades de nuestro País, es el lamento automático e inmediato de la opinión pública cuando se suscita algún evento delictivo de alto impacto.
Es muy complejo y, a mi parecer, una misión casi imposible, lograr la ideal y por demás necesaria coordinación entre las numerosas fuerzas del orden existentes dado su heterogéneo origen, formación, funciones, equipamiento y un largo etcétera de factores que las hacen sumamente disímbolas.
Creo no hay otra alternativa para regresar la paz a aquellos lugares en los que se ha enseñoreado la delincuencia y para prevenir la descomposición de la seguridad en otros, que la instauración del Mando Único en donde exclusivamente un individuo sea facultado para diseñar la estrategia y emitir las órdenes que deben ser obedecidas y ejecutadas sin discusión alguna por todos los efectivos que se encuentren en funciones dentro de la región de que se trate.
En el 2018 como Fiscal General de Justicia de Sonora, al prever lo que podría suceder en Cajeme pedí, por estas mismas razones, asumir personalmente ese mando y responsabilidad únicos, pero me fue negado; ese fue el principal motivo de mi renuncia al cargo. Expresamente señalé: “De no entregárseme el mando único en esa población se puede convertir en un Tamaulipas”.
La experiencia indica que cuando en un mismo territorio realizan simultáneamente tareas de seguridad múltiples corporaciones como son la Policía Municipal, la Policía Estatal, la Policía Ministerial, la Guardia Nacional, Ejercito y, en algunos casos, también la marina, cada una atiende a las estrategias delineadas por sus propios mandos lo cual repercute de manera negativa en los resultados de seguridad y, correlativamente, se otorgan ventajas a la criminalidad, lo anterior aun cuando las Mesas de Seguridad han significado un gran avance en la ruta por alcanzar esa anhelada coordinación.
La propia Constitución, en atención a lo anterior, dispone en su artículo 115 fracción VII que las policías preventivas de los municipios acatarán las órdenes del ejecutivo estatal cuando éste juzgue que se actualizan casos de fuerza mayor o alteración grave del orden público.
Son exiguos los casos en que gobiernos estatales han hecho efectivo lo establecido por el citado precepto constitucional ya que para ello se requiere de voluntad y, sobre todo, de mucho carácter.
En este orden de ideas, vaya mi reconocimiento para el gobernador Alfonso Durazo; el secretario de Gobierno, Adolfo Salazar, y el secretario de Seguridad Pública, Víctor Hugo Enríquez, por la decidida y acertada determinación de asumir el Mando Único en San Luis Río Colorado. Estoy cierto que esa población pronto habrá de palpar resultados positivos en esta cruzada.
Cabe señalar que me parece necesario se adopte a la brevedad una medida de esta envergadura en municipios como Cajeme y Caborca por la situación que actualmente viven y también en Hermosillo donde, a últimas fechas, podemos notar el agravamiento de su descomposición en seguridad.
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