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El Imparcial / Columnas / Óscar Serrato Félix

Delirios, legislación y rumbo

El hablar no es inocente, la narrativa pública de quienes hoy gobiernan se ha convertido en su némesis

Óscar Serrato

Hay quienes deliran por legislar, hay quienes deliran y legislan. En una democracia funcional los cambios a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos deberían de ser consecuencia de un profundo debate, extensa socialización, coherentes con el resto de la Constitución y partiendo de un análisis serio sobre las capacidades del Estado de cumplir con las nuevas obligaciones se le impondrían. Al escribir esta columna se han aprobado en comisión 10 dictámenes de reformas constitucionales con apoyo de la oposición y enviados a la mesa directiva de la Cámara de Diputados para que sean presentados al pleno de la próxima legislatura.

La intencionalidad de dichas reformas es atractiva, difícilmente alguien se puede declarar en contra de salud universal, programas de bienestar, vivienda accesible, pensiones de retiro, austeridad entre otras propuestas de nuevas obligaciones de hacer por parte del Estado. De ser aprobadas por el Constituyente Permanente en los términos del artículo 135 estas reformas se sumarán a las 759 reformas anteriores que se han realizado al texto de 1917. Con ellas se busca garantizar la permanencia de los programas emblemáticos de quien se va. Entre otros Jóvenes Construyendo Futuro, Programas de Bienestar y Sembrando Vida. Dentro de las garantías ya establecidas están el derecho a salud, vivienda, educación, alimentación, respeto a derechos humanos, de petición, acceder a la información pública, banda ancha e Internet, entre otras que hoy no se cumplen y sobre las cuales la administración saliente al retirarse entregará un País en condiciones precarias. En el afán de captura institucional, de someter han destruido.

Aún no se presentan en comisión las reformas que han generado mayor controversia, implicarían regresión y riesgo. El deseo de socavar separación de poderes y desaparecer órganos independientes, salvaguardas de garantías ciudadanas ante un Estado que busca ser omnipresente y un Ejecutivo que no quiere sujetarse al principio de legalidad, debería ser motivo de un debate de altura en comisiones y en caso de llegar al pleno de la próxima Legislatura de una extensa socialización mediante un auténtico ejercicio de parlamento abierto.

En las miles de horas invertidas en una diatriba mañanera hemos observado la metamorfosis de un político que desde la oposición denunciaba las más perversas costumbres de la clase política. Corrupción, mentiras, traiciones, militarismo, endeudamiento, nepotismo, abandono de las clases más necesitadas, protección a delincuentes, entre otras. En el aire enrarecido de un palacio virreinal, hogar, despacho y cárcel, se perdió la oportunidad de llevar a cabo una auténtica transformación.

Partiendo de la máxima de Marco Aurelio: “No pierdas tiempo discutiendo lo que un hombre bueno debería ser. Sé uno”, todo el esfuerzo de estos años se dilapidó denostando a algunos de los anteriores presidentes sin concentrarse en ser un buen Presidente. El haber refrendado para su partido Presidencia y Congreso, con intromisiones ilegales en el proceso electoral, contando a la vez con gran apoyo de los partidos opositores con su impresentable oferta, no implica que el juicio de la historia que inicia a partir de octubre será benévolo con López Obrador, rondará con el tiempo en lo catastrófico partiendo de contrastar sus palabras, promesas y Plan Nacional de Desarrollo.

El impulso legislativo de elevar un estado de bienestar a rango constitucional se estrella ante el deterioro en finanzas públicas. En los primeros seis meses del año el balance presupuestario del Gobierno federal arroja un déficit de 1,029,094.6 millones de pesos. Para cubrir dicho déficit, se registró a junio, un endeudamiento interno del sector público federal por 1,267,824.0 mdp, y un endeudamiento externo por 6,029.0 millones de dólares. La deuda del sector público federal a junio alcanza 16,030,700.7 mdp, un incremento de 1,968,430.5 mdp sobre junio de 2023. Dos de cada nueve pesos de lo que gasta el Gobierno federal provienen de deuda. De acuerdo a las estimaciones de Hacienda en el segundo semestre del año se mantendrá el ritmo de endeudamiento, pronosticando el reducir el déficit a la mitad para 2025. Morena impulsa por un lado obligaciones de hacer con impacto en presupuesto y por el otro declara la intención de reducir el déficit fiscal. No obstante que la prohibición de endeudar para sufragar gasto corriente, en los últimos presupuestos aprobados por línea partidista, se ha violentado el artículo 73, fracción VIII, numeral 1 de la Constitución. La reiteración de “sin endeudarse”, billones de pesos después, es además de irresponsable, confesión de un ilegal actuar.

El hablar no es inocente, la narrativa pública de quienes hoy gobiernan se ha convertido en su némesis, el repudio discursivo a las peores prácticas de quienes gobernaban, tan atractivo en campaña ya en el poder ante su desfachatez al gobernar los hará acreedores al repudio una vez que salgan de su burbuja, cuando los cortesanos que los rodean desaparezcan por irse a adular al nuevo gobernante, enfrentarán en la soledad de su ocaso el remordimiento sobre lo que hubiera podido ser.

Desde la trinchera ciudadana el alzar la voz y participar es importante, como lo es el actuar, al señalar conflictos de interés públicos y personales. “Nuestro carácter es aquello que hacemos cuando creemos que nadie está mirando” nos diría Marco Aurelio.

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