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¿Qué olor desprendemos?

En el salmo 133 se menciona que el sumo sacerdote Aarón es ungido en la cabeza con el aceite perfumado que se derrama hacia su cuerpo. Así, con Jesús, que es cabeza de la Iglesia, al ser ungido en su bautismo por el Espíritu Santo, este se derrama a todo su cuerpo, que es la Iglesia, a cada uno de los cristianos.

José  Martínez Colín

PARA SABER
En la naturaleza descubrimos asombrosos métodos de supervivencia que solo se explican por la existencia de una inteligencia externa que se los ha otorgado. Por ejemplo, las flores, para su reproducción, al no poder moverse de lugar y necesitar que su polen sea llevado a otra flor, en su mayoría (un 90 %), atraen con su fragancia a pájaros, abejas, insectos o mariposas para que lo transporten. Su estrategia es atraerlos con su agradable aroma.

En la Sagrada Escritura se muestra que, en la antigüedad, se ungía con óleo perfumado, un símbolo divino, a los reyes, profetas y sacerdotes. Cuando Jesús es bautizado, también es ungido, pero con el mismo Espíritu Santo, aceite espiritual, que desciende sobre él.

El papa Francisco, continuando con su catequesis sobre el Espíritu Santo y la Iglesia, comenta que uno de los símbolos del Espíritu Santo es el aceite perfumado, como el crisma que se unge en unos sacramentos, porque penetra, libra de la corrupción, consagra y desprende el perfume de una vida santa.

PARA PENSAR
Una estudiante de 21 años de edad, de Sociología en la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, decidió junto con otros estudiantes ingresar a la Iglesia Católica. Ella se llama LyLena Estabine y era protestante. Relata que de niña, su madre la acostumbró a tratar a Jesús. Por ejemplo, al viajar, su madre la abrochaba en el asiento trasero del auto, y le pedía que abrochara a Jesús junto a ella: “Yo hablaba con él mientras viajábamos, teniendo una conversación”, comenta.

Sin embargo, ya universitaria, durante la pandemia, tuvo una fuerte depresión. Nada la curaba de sus pensamientos negativos. Sufriendo intensamente, vio que su última esperanza era sumergirse en su fe y leer la Biblia. Después de un año, fue curada: “Él me sanó por completo de toda mi depresión y ansiedad. Así que se lo debo a él como un milagro”, relató.

Se dio cuenta de que la verdad objetiva debe existir, pues “no todos pueden tener razón”. Una amiga le regaló un rosario y la invitó a la adoración eucarística. Así percibió la “fragancia” del catolicismo. Estabine sintió que necesitaba tener todas las respuestas para convertirse en católica, pero un día, en adoración, escuchó a Jesús: “¿Desde cuándo la llave de tu corazón está en tu intelecto?” Se decidió y, muy emocionada, decía que lloraría al recibir la eucaristía.

PARA VIVIR
En el salmo 133 se menciona que el sumo sacerdote Aarón es ungido en la cabeza con el aceite perfumado que se derrama hacia su cuerpo. Así, con Jesús, que es cabeza de la Iglesia, al ser ungido en su bautismo por el Espíritu Santo, este se derrama a todo su cuerpo, que es la Iglesia, a cada uno de los cristianos.

El nombre de Cristo significa “ungido”. Un cristiano significa que ha sido “ungido” por el Espíritu Santo. San Pablo escribe que somos para Dios el olor de Cristo, su fragancia. El papa Francisco afirma que hemos sido ungidos con el aceite de la alegría y, al vivirla, perfumamos a la Iglesia y la comunidad. Por desgracia, con el pecado que aleja de Cristo, se despide un mal olor.

Procuremos difundir el perfume de Cristo por medio de los frutos del Espíritu Santo, es decir, dando testimonio del amor, la alegría, la paz, la afabilidad y la bondad.

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