El Creador de la unidad
Dios quiere que todos los hombres de todo el mundo sean de su familia y que todos estén unidos en el amor, en comunión con Él.
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PARA SABER
“En virtud del Bautismo, podemos considerarnos todos realmente hermanos. Somos realmente pueblo santo de Dios, aun si, a causa de nuestros pecados, no somos todavía un pueblo plenamente unido. La misericordia de Dios, que actúa en el Bautismo, es más fuerte que nuestras divisiones” (Papa Francisco).
En su catequesis sobre el Espíritu y la Iglesia, el papa Francisco señaló que los discípulos, al quedar llenos del Espíritu Santo en Pentecostés, «empezaron a hablar en otras lenguas» y salieron para anunciar a Jesucristo a la multitud, mostrando así el deseo de Dios para su Iglesia: Su universalidad y su unidad. Dios quiere que todos los hombres de todo el mundo sean de su familia y que todos estén unidos en el amor, en comunión con Él.
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PARA PENSAR
Esa unidad y universalidad de la Iglesia está manifestada arquitectónicamente en el centro de la Iglesia Católica: La plaza de San Pedro, junto a la Basílica. Quien la proyectó y construyó fue el gran arquitecto, pintor italiano, considerado el más destacado escultor de su generación, creador del estilo escultórico barroco: Gian Lorenzo Bernini.
Relata el artista que no se conformaba con una plaza rectangular, quería algo más excepcional, definitivo, debía ser el centro simbólico de la cristiandad. Y esa idea vino: “Fui el afortunado en quien se encarnó el pensamiento arquitectónico de Dios”, bajó como una inspiración del Espíritu Santo y se sintió dichoso.
Le contó al papa Alejandro VII su idea: La Basílica de San Pedro representa a la Iglesia, fuente del Amor infinito de Dios a los hombres por quienes sacrificó a su Hijo; y es tal su amor que abraza a los fieles y perdona sus ofensas por graves que hayan sido. La representación de esa actitud es el abrazo: La Plaza debía ser, pues, elíptica, como dos brazos abiertos dispuestos al abrazo. Y esos brazos deberían ser abiertos en toda su extensión, para acoger desde cualquier punto cardinal a todos cuantos allí llegasen. Los brazos estarían formados por columnas -hay 284-”. La simbología le encantó al Papa.
Dejó escrito Bernini: “La iglesia de San Pedro, cual matriz de todas las demás debe tener un pórtico que muestre que recibe con los brazos abiertos, maternalmente, a los católicos para confirmarlos en la fe, a los herejes para reunirlos en la Iglesia y a los infieles para iluminarlos hacia la verdadera fe”. Además para él, significaba el perdón de sus pecados, en que la Iglesia lo acogía con “un abrazo que me infundía amor”.
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PARA VIVIR
San Agustín explica que la unidad la realiza el Espíritu Santo, pues: «Lo que es el alma respecto al cuerpo del hombre, eso mismo es el Espíritu Santo respecto al cuerpo de Cristo que es la Iglesia». El Espíritu Santo no sólo pide que estemos unidos, sino que Él mismo es quien realiza la unidad en la Iglesia, es el «vínculo de la unidad».
Sin embargo, aunque todos queremos la unidad no es fácil alcanzar y mantenerla en la Iglesia, como sucede también en el matrimonio o la familia. El papa Francisco señala que sucede porque en vez de poner a Dios en el centro, nos ponemos a nosotros mismos e impera el egoísmo. Que dejemos que impere el Espíritu Santo, y así el centro de la Iglesia y la familia será el Amor.
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