¿Somos un mejor País?

PROS Y CONTRAS

En materia de reforma al Poder Judicial de la Federación, se están cumpliendo al pie de la letra los deseos de Andrés Manuel López Obrador. Claro, igual pueden ser también los deseos de la presidenta Claudia Sheinbaum y de al menos una facción de Morena y aliados, que por cierto no son lo mismo que el llamado “lopezobradorismo”; creo que vale la pena precisarlo.

En base a razones ideológicas, se inició un proceso que ya registra avances importantes, acompañado de severas críticas de los opositores, protestas de trabajadores del PJF y recientemente las anunciadas renuncias de la mayoría de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Y le digo que es en base a razones ideológicas, porque en eso se soportan los argumentos de quienes impulsan y defienden la reforma.

La mayoría de los electores que participaron en la jornada del 2 de junio votaron por eso, aunque no sé si con clara conciencia de lo que significaba. Los adversarios de la Presidenta ejercen su último recurso: el sagrado derecho al pataleo. No les queda de otra. Y con él, la esperanza de que un sector de la sociedad mexicana tome alguna pizca de conciencia sobre la situación.

Habrá quizá otro sector más moderado de la llamada cuarta transformación que hubiera preferido hacer las cosas de forma distinta, pero no se arriesgarán a decirlo so pena de ser expulsados del paraíso. El mayor atractivo para muchos es la posibilidad de que salgamos a votar por jueces, magistrados y ministros. Y está bien, si a usted, amable lector, como a muchos en este país, le simpatiza esa idea. Es legítimo.

Lo que no logro entender aún es de qué forma todo esto mejorará la impartición de justicia en México, que en todo caso es lo que impactaría positivamente a la población. La mayoría de los delitos que se cometen en México son del fuero común, como los homicidios, robos, asaltos, violaciones, etc. Y todavía nos falta un buen tramo para llegar ahí.

Entonces, lamentablemente, podremos seguir viendo casos como el de la adolescente de Querétaro, víctima de violación, que fue vinculada a proceso por abortar y a la que estuvo a punto de dictársele una sentencia que incluía indemnizar a quien la embarazó, es decir, al violador. No digo que no sea doloroso para muchos miembros del Poder Judicial ver terminar sus carreras, sobre todo cuando a la mayoría de ellos les costó años de trabajo y estudio alcanzar ese nivel.

Lo que sí digo es que, al menos en este país, esas personas tendrán un piso de oportunidades que millones de personas no tendrán, porque el marco legal seguirá teniendo serias lagunas que permitirán injusticias como la que estuvo a punto de cometerse con esa adolescente. Es a ese punto al que deberíamos estar llegando, no al de estar acusando a los ministros de lángaros muertos de hambre, ni a estar más preocupados por evitar que se vayan con las alforjas llenas.

México no será un mejor país porque podamos votar por un juez; lo será si al paso del tiempo los sistemas de procuración e impartición de justicia funcionan de tal forma que sean menos las personas inocentes en la cárcel, víctimas de la corrupción que sigue ahí, con todo y que podamos votar. Mejores seremos cuando cada vez haya menos personas desplazadas, dejando lo mucho o poco que tengan en manos de grupos criminales que les obligan a punta de pistola a dejar sus tierras para que ellos las puedan ocupar.

Y mejor aún, cuando esos criminales estén en la cárcel y no disponiendo de las vidas, de la dignidad y de las propiedades de familias de bien. Mejores seremos cuando cada vez sean más las personas que tengan a su alcance los medios para salir de la pobreza, en vez de estar engrosando los padrones de beneficiarios de programas sociales, porque por sí mismo no pueden ganar más.

En fin.