Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Columnas / Columna Sonora

El Espíritu Santo y el matrimonio

La unidad familiar tan deseada, no es un objetivo fácil; pero su Creador nos ofrece las ayudas necesarias. Por eso, cuando falta vino, alegría y amor, hay que pedírselo al Espíritu Santo para que realice el milagro de cambiar el agua de la costumbre en una nueva alegría.

José  Martínez Colín

1) PARA SABER

Le preguntaron a la santa Madre Teresa de Calcuta: ¿Qué se puede hacer para promover la paz mundial? Y su respuesta fue concisa, pero clara y al alcance de cualquiera: “Vete a tu casa y ama a tu familia”. Ciertamente, vivir el amor en cada hogar contribuye a la paz de la sociedad.

El papa Francisco afirma que el matrimonio y la familia tienen que ver mucho con el Espíritu Santo, pues siendo éste el amor, es quien logra su unidad. Explica el Papa que Dios, que es unidad, nos creó a su semejanza, la cual viene del darse de cada una de las divinas personas: El Padre se dona al Hijo y el Hijo al Padre, y ese amor entre ambos es el Espíritu Santo. Así, el matrimonio es donarse: Del esposo a la esposa y viceversa. Por ello en el matrimonio se realiza la comunión de amor como la Trinidad.

2) PARA PENSAR

Hace unos meses falleció Rafael Benítez, uno de los responsables del Camino Neocatecumenal en España. “Ha muerto como un santo”, dijo Kiko Argüello. Rafael se casó de 20 años con Paloma. Pasaron dificultades, incluso se plantearon separarse. Paloma, fijándose en el episodio evangélico de las Bodas de Caná, recordaba que “al poco tiempo de casados se nos terminó el vino, es decir, la fiesta”. Pero su fe católica los salvó y confiaron en la Palabra de Dios con la que “experimentamos el poder querernos de verdad, aprendimos a perdonarnos porque vimos cómo Él nos perdonaba, y así nuestra vi da cambió y conocimos la fiesta verdadera en nuestro corazón”.

Cuando esperaban su décimosexto hijo, tuvieron 19, Rafael explicaba su postura a la apertura a la vida: “Partimos de una base: El matrimonio es donación. Así se lo digo a Paloma. No es complacerse egoístamente, sino entregarse al otro. El fruto de esta entrega son los hijos. No es cuestión de cifras, ‘vamos a tener x hijos’, sino de ver cada caso en concreto, porque cada hijo es único, es una historia distinta… Para mí es muy claro: Estamos aquí para hacer la voluntad de Dios”.

Han sabido transmitir la fe a sus hijos, entre los que hay algunos casados y un sacerdote: “En todo momento intentamos hacer a Dios presente porque creemos que Él camina con nosotros”. Sobre su labor de padre, explicaba: “Paloma gobierna la casa, yo dirijo el tráfico. No es un chiste. Dirigirlos es estar encima de ellos, reunirlos, darles instrucciones, y, sobre todo, escucharlos. Los hijos se pasan el día preguntando y pidiendo. Soy una especie de enorme oído. No es sólo mantenerlos… Es algo más: Tener hijos es darles la vida y dar tu vida”.

3) PARA VIVIR

La unidad familiar tan deseada, no es un objetivo fácil; pero su Creador nos ofrece las ayudas necesarias. Por eso, cuando falta vino, alegría y amor, hay que pedírselo al Espíritu Santo para que realice el milagro de cambiar el agua de la costumbre en una nueva alegría.

Comenta el papa Francisco que es hermoso oír a una madre decir a sus hijos: «Tu padre y yo...», o a un padre: «Tu madre y yo». Saber que los hijos los necesitan juntos, y ¡cuánto sufren cuando falta! En cambio, si hay unidad hay alegría. Por ello es muy conveniente que en la preparación de los novios al matrimonio, se profundice en el amor del Espíritu Santo para su unidad.

Sigue nuestro canal de WhatsApp

Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí

Temas relacionados