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Las señales de Claudia

Los proyectos que Durazo ha puesto en marcha en Sonora no son poca cosa y al País le representan importantes resortes para mejorar la economía regional y nacional. De ahí que Sheinbaum muestre esa disposición de apuntalarlos.

Sergio Valle

Hoy esperamos en Sonora la visita de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, que entre otras cosas revisará los avances de obras relacionadas con el Plan de Justicia Yaqui. Concretamente en los temas de salud y educación, además de revisar los proyectos que su Gobierno desplegará en Sonora junto con el gobernador Alfonso Durazo, quien en varias ocasiones ha sido mencionado en sentido positivo en las conferencias matutinas de Palacio Nacional.

Los proyectos que Durazo ha puesto en marcha en Sonora no son poca cosa y al País le representan importantes resortes para mejorar la economía regional y nacional. De ahí que Sheinbaum muestre esa disposición de apuntalarlos.

Aquí lo he escrito varias veces así que tampoco se sorprendan. Lo que vemos en la mayoría de los casos son proyecciones en el mediano y largo plazo. Ahí radica la trascendencia, porque ha sido justamente ese “cortoplacismo” del pasado el que nos ha impedido emparejarnos con otras entidades fronterizas que desde hace décadas despegaron, porque hubo sinergia entre gobiernos, empresarios, academia y sociedad civil. Hoy en esa dirección caminamos y aunque el escenario no es perfecto, es necesario visualizarnos a mediano y largo plazo.

Estamos frente a la segunda mitad del sexenio de Durazo y es cuando empezarían a aterrizar algunas cosas, pero otras llevarán más tiempo. Eso hay que entenderlo.

Y ALLÁ EN SINALOA

Justamente la Presidenta va llegando de Sinaloa, en donde revisaría la estrategia de seguridad con su hombre de confianza en el tema, además de uno de sus mayores estorbos políticos del momento: El gobernador de esa entidad, Rubén Rocha Moya.

Lo que pasó en Culiacán, cuando un ataque armado acabó con la vida de agentes de inteligencia de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, puede tener más de una lectura. Pero me quedo con aquella que nos indica que por fin se acabaron los abrazos en este sexenio. Es decir, Claudia no es Andrés y al menos en ese tema no hay continuidad posible. Ella poco a poco impone su estilo y le da la confianza que debe a uno de sus más cercanos y leales colaboradores.

Omar García Harfuch, titular de la SSP, ha desplegado un operativo de combate e inteligencia en la zona de conflicto de Sinaloa, que se disputan los dos ya identificados grupos criminales, rompimiento que deriva en guerra a partir del secuestro en Culiacán y posterior detención de Ismael Zambada en Estados Unidos.

La dramática muerte de un agente de inteligencia al mando de García Harfuch a manos de grupos criminales es el claro mensaje de al menos de uno de los cárteles que están dispuestos a darle la pelea al Gobierno y al Ejército. Es decir, que aquí no hay simulación, el combate es real.

Y es así como en Sinaloa se viven varias guerras: Chapitos contra Mayitos, cada uno de ellos por separado contra el Ejército y la Marina, y estos dos contra los dos grupos, también por separado. Claramente eso es la locura y las posibilidades de éxito no son muchas si no se hace un trabajo de inteligencia para ubicar a cada quien y definir la forma de atacarlos.

Sigo viendo señales de que la presidenta Claudia Sheinbaum imprimirá cada vez más su estilo de Gobierno y dejará a su antecesor en el lugar que le corresponde. La casa hay que arreglarla, aunque nos tardemos.

Se acaba el año y entrando el 2025 tenemos un gran desafío, si el Presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, cumple al menos en parte su advertencia de implementar deportaciones masivas. Eso supone serios aprietos para la frontera Norte de México, que inevitablemente tendremos que enfrentar, sociedad y gobiernos estatales junto con el federal.

Eso, junto con las presiones que ya desde antes de regresar a la Casa Blanca ejerce para modificar algunos acuerdos del Tratado Comercial con México y Estados Unidos. Debemos reconocer que la Presidenta mostró su calidad cuando ni se subió a jueguito de la retórica “trumpiana” y no ha permitido que se le falte al respeto, como sorpresivamente está sucediendo con su homólogo de Canadá.

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