Venezuela, quiénes sí y quiénes no
En América, Canadá impuso ayer al mediodía nuevas sanciones contra funcionarios y ex funcionarios oficialistas venezolanos.
Hace apenas dos días los países de la región y varios de más lejos se veían aparentemente despreocupados por la bien anunciada y sabida toma (retoma) de la presidencia de Venezuela por Nicolás Maduro, ese presidente que incluso se ha exhibido como el administrador de la fecha de la Navidad en el mundo contemporáneo toda vez que este año la anticipó para ser celebrada el día 1 de octubre.
Con la misma autoridad que le vino quién sabe de dónde para reubicar fechas memorables, ayer, rodeado de sus coros se aplaudió a sí mismo ser por tercera vez investido la máxima autoridad política de su País luego de haber ganado -pero no probado y menos comprobadolas elecciones correspondientes meses atrás.
En cuanto el citado personaje se sintió o se creyó nuevamente presidente de Venezuela comenzaron a aparecer en los medios electrónicos internacionales las expresiones que revelaban no sólo la libertad para expresarse de los voceros de ideas tanto antípodas como similares; más que en orden cronológico veámoslas en relación a las diversas regiones.
Consideremos además que las diferencias de horarios forzosamente evitaron la simultaneidad. Veamos. En América, Canadá impuso ayer al mediodía nuevas sanciones contra funcionarios y ex funcionarios oficialistas venezolanos; Estados Unidos, sobra decirlo, ya había anticipado repetidamente su rechazo a la pretendida legitimidad del triunfo madurista, y lo reconfirmó a lo largo de la jornada de ayer. También manifestaron su rechazo a la pretendida retoma del poder por parte de Maduro no pocos países del continente como Guatemala, Colombia (cuya frontera con Venezuela fue cerrada ayer por disposición del gobierno venezolano en previsión de una supuesta conspiración desestabilizadora contra Venezuela), Ecuador, Perú, Brasil (país al que Venezuela también le cerró su frontera), Uruguay, Paraguay y Chile.
Fuera de América, también se ha pronunciado el rechazo oficial -directo o indirecto- contra la investidura presidencial de Nicolás Maduro por parte de España, Reino Unido, la Unión Europea y Japón cuestionando la legitimidad del proceso. Los gobiernos que se han pronunciado explícitamente a favor del triunfo legítimo de Maduro son -en América- Cuba, Nicaragua, Bolivia y Honduras, y fuera de nuestro continente, Rusia.
El gobierno de México ha dado señales que se han interpretado confusas o poco definidas, eclécticas para muchos, ya que por un lado ayer estuvo presente una representación de nuestro País en la toma de posesión de Maduro pero también ayer mismo la presidenta Sheinbaum dijo oponerse a la criminalización de la oposición venezolana en relación a la publicada detención de la líder opositora venezolana María Corina Machado y su posterior liberación horas después, suceso del que no se han aclarado suficientes detalles, en especial por parte de la misma afectada, al menos hasta el momento de terminar esta columna.
En el fondo la controversia no habría de existir toda vezque recién pasada la jornada electoral -meses atrás- tras la que el oficialismo venezolano se atribuyó el triunfo y que el pretendido ganador -Maduro- anunciara que lo demostraría con las actas electorales resultó, como ya es bien sabido, que dichos documentos nunca llegaron a ser mostrados a la oposición ni a la prensa nacional ni a observadores internacionales, sino solo a instancias plenamente identificadas con el gobierno y reconocidamente parciales.
En cambio, la mayoría de las actas sí fueron mostradas por la oposición en número suficiente para dar un resultado 2 a 1 a favor del candidato opositor, Edmundo González. No sé si personajes o grupos del oficialismo venezolano se han enriquecido ilegítimamente durante el chavismo-madurismo, pero las circunstancias recientes y actuales apuntan directo a formas de corrupción con frecuencia más graves que la corrupción de dineros: Me refiero a la gama de modalidades de corrupción que comprenden el abuso del poder, la “discreta” restricción a las
libertades de expresión, de oficio, de acceso a oportunidades, el fraude electoral explícito o disimulado, la opacidad y el ocultamiento de datos e información, la cesión de privilegios sociales y políticos a individuos y grupos afines, y así un largo etcétera.
No solo los ladrones de monedas son deshonestos; en política, la lista de deshonestidades es más larga. *
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