El humor del tirano
El humor del tirano es la manifestación de la crueldad contenida en una carcajada
El humor en política es una elocuente respuesta social, expresión que encuentra un gusto por la irreverencia y que revela los absurdos, las simulaciones o la incompetencia, al contrario de la política, procurando solemnidad. Los tiranos son ajenos al humor, salvo el suyo, que no hace reír a nadie, todo lo contrario, produce pavor.
Stalin presumía de su sentido del humor con sus subordinados, Giorgi Dimitrov revolucionario búlgaro y cercano a Stalin, escribió un diario, relato cotidiano donde describe el comportamiento de Stalin, calificando de bromas a cuestiones que difícilmente hacen reír.
El humor del tirano es la manifestación de la crueldad contenida en una carcajada: “Stalin siempre estaba haciendo bromas. Chinchaba a Shvérnik y a Jolmin, obligaba a Manuilski a contar nuevas anécdotas, (21 de enero de 1943). Ya vemos que estos miembros de la dirección del país deben dar muestras de que poseen habilidades especiales: Reír se de las burlas del jefe y también saber hacerlo reír” (1).
La ironía del autócrata es letal. La respuesta a estos regímenes opresivos es cáustica y anónima, se expande instantáneamente logrando una virulencia tal que a los déspotas les provoca pavor, el dictador rumano Nicolae Caucescu prohibió con severas penas los chistes, medida que dio como resultado más bromas, corrosivas y muy populares.
Al final el tirano y su esposa terminaron enfrentados a un pelotón de fusilamiento. Los chistes se transforman en venganzas. Cuando un político intenta ser gracioso los resultados son malos, Fox era un mandatario proclive a estos dislates, severamente criticado por los que hoy están en el poder, quienes mostraban una indignación e irritación permanente, demandando seriedad y responsabilidad.
Hoy que detentan el mando festejan cualquier ocurrencia y la exaltan como la más grande muestra de ingenio. Recientemente la Presidenta respondió a los amagos de Trump con un argumento que intentó ser gracioso, sin necesidad y ausente de contenido, perdió la oportunidad de dar seriedad a una complicación que no admite burlas.
La ironía o la sorna son tan finos en su filo que, si no se manejan bien, cortan; los comentarios de la mandataria no fueron simpáticos, evidenció su falta de profesionalismo ante el desplante autoritario del norteamericano, esto va más allá de las burlas.
No es gracioso lo que sucede en el País, la desaparición de la democracia y sus instituciones no es motivo de festejo, la apropiación abusiva de la mayoría en las cámaras es un acto aberrante, la descomunal deuda en la que ha incurrido este Gobierno será motivo de grandes penalidades, así como la necedad de mantener caprichos de su antecesor, una refinería sin operar o una línea aérea sin pasajeros ni destinos.
La destrucción del sistema de salud no es motivo de celebración, los hospitales públicos a lo largo del País sufren graves carencias, no hay comida para los pacientes ni el personal, los enfermos mueren a consecuencia de la tozudez e inhumanidad de esta administración.
Los 100 días que pretenden elogiar son una burla desmesurada ante los graves problemas que enfrenta México, asociado a regímenes despóticos como el de Venezuela, Cuba y Nicaragua. La violencia no da risa, la cantidad de muertos en estos 100 días es pavorosa y los intentos de apagar el incendio son infructuosos, basta ver el mañoso manejo de las cifras, haciendo de la mentira un instrumento cotidiano. La destrucción ambiental es terrorífica, la aventura del Tren Maya es un delirio, hoy intentan hacerlo de carga cuando en esa zona no hay polos industriales. ¿De qué se ríen?
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