Infancia sin amparo
Al llegar el actual régimen todo el esfuerzo de décadas se destruyó, la acusación fue la misma -sin argumentos ni comprobación-, la corrupción.
En 1837 la Ciudad de México era un espacio de ebullición comercial, un populoso mercado acaparó la atención, establecido en los antiguos terrenos que se conocían como Las Casas de Moctezuma y muy cercano a lo que hoy se conoce como la Plaza de la Constitución.
Los antiguos habitantes de la capital lo bautizaron como el Mercado del Volador, este lugar fue el primer espacio que albergó una guardería infantil en el País.
El propósito era cuidar y atender a los hijos de los trabajadores mientras estos laboraban, un momento de seguridad para las madres trabajadoras en los albores del siglo XIX.
Carlota de Bélgica funda la Casa Asilo de la Infancia, después en 1866 el ministro de Gobernación del régimen imperial, el sonorense José Salazar Ilarregui inaugura la Casa Asilo de San Carlos -llamada así en honor a la emperatriz-, constituía un hito en el asistencialismo en ciernes.
La gente más necesitada podía dejar a sus hijos y acudía a sus trabajos mientras los niños recibían alimento y educación. La Revolución mexicana estalló en 1910, el documento que tradujo el conflicto fue la Constitución de 1917, el artículo 123 estableció desde entonces la creación de estancias infantiles, la cantidad de huérfanos que había dejado la guerra era numerosa.
Para 1928 la Asociación Nacional de Protección a la Infancia sostiene 10 hogares infantiles y en 1937 -en pleno cardenismo-, cambia la denominación a guarderías infantiles.
En los sexenios posteriores nacen instituciones que contemplan la integración de guarderías como un derecho, el IMSS y el Issste son un ejemplo de estas políticas.
En junio de 1950 es inaugurada en Hermosillo, Sonora la primera guardería infantil, La Caperucita Roja, los esfuerzos institucionales se habían dispersado por los estados.
En el sexenio de Luis Echeverria tendrán un impulso creciente, se crean los Centros de Desarrollo Infantil conocidos como Cendi, el esfuerzo institucional perdurará.
La política de estancias infantiles será un acierto indiscutible, las distintas dependencias se concentran en tener programas que favorezcan la creación de guarderías, así como otras instituciones, universidades, centros de trabajo y paraestatales crearán las suyas.
En el sexenio de Felipe Calderón se consolidan los esfuerzos entre el DIF y la Secretaría de Desarrollo Social, estableciendo una red de guarderías con el objetivo de ayudar a madres trabajadoras o padres viudos, otorgar asistencia a todo aquel que tenga bajo su custodia a un niño y lo necesite.
La administración que le sucedió terminó con una red de más de 9,000 guarderías aunadas a las institucionales que otorgaban un apoyo invaluable a la clase trabajadora, un sistema de apoyo que daba atención y cuidado en la primera infancia mientras los padres laboraban.
Al llegar el actual régimen todo el esfuerzo de décadas se destruyó, la acusación fue la misma -sin argumentos ni comprobación-, la corrupción. El objetivo era apropiarse del presupuesto de este programa y usarlo con fines electoralistas.
Hoy se intenta pálidamente establecer una red de guarderías para revertir el desatino, argumentando que se había privatizado la atención infantil y, fieles a su estilo, demonizando hasta el nombre de “guardería” objetando que los niños no se guardan, sin advertir que esta denominación nace con Lázaro Cárdenas.
La creación de estancias infantiles es algo más que argumentos demagógicos o promesas sin presupuesto, la extinción de las guarderías fue un despropósito contra la clase trabajadora y sus derechos. No hay nada más neoliberal que negarles este beneficio a los niños y sus familias.
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