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Entre Oz y la herejía. Wicked / Hereje

Wicked fue concebida (por Gregory Maguire en su novela original) como una especie de precuela alterna a El Mago de Oz.

Manuel  Ríos Sarabia

Wicked fue concebida (por Gregory Maguire en su novela original) como una especie de precuela alterna a El Mago de Oz. Una historia en la que se revela el origen de Elphaba (Cynthia Eribo), la bruja mala del este y de su contraparte Galinda (Ariana Grande), Glinda la buena, desde el momento en que se conocen en la universidad y se hacen mejores amigas, hasta que se convierten, públicamente, en enemigas.

La versión musical que pareciera ser una simple historia de fantasía, alberga en realidad temas serios y de relevancia política actual. Más allá de buscar explicaciones sobre la naturaleza del mal, Wicked aborda tópicos complicados como el manejo del poder político, y el uso de la propaganda para manipular a la población. Resulta una agradable sorpresa encontrar que detrás las melosas canciones interpretadas por Eribo y Grande existe un contenido jugoso y que, asombrosamente, le debe mucho más a Orwell que a Baum.

En el mundo de Oz los animales hablan, incluso son maestros en la universidad de Shiz, donde Elphaba y Galinda estudian, pero misteriosamente han comenzado a perder su capacidad de comunicarse.

Paralelamente, aparecen pintas en la universidad que rezan “los animales deben ser vistos, no escuchados”.

Una frase innegablemente inspirada por Orwell y que escalofriantemente recuerda estrategias deshumanizantes utilizadas en la propaganda nazi, palabras de Hitler recientemente repetidas, una y otra vez, por el nuevo presidente electo de los Estados Unidos, vilificando a inmigrantes y minorías consideradas indeseables por él, sus sicofantes y consecuentemente, por sus seguidores zombis.

Quizá suene conocido “no son humanos, son animales”, “se están comiendo a perros y gatos”, “el enemigo interior”, “están envenenando la sangre del país”, todas frases del presidente electo, quien señala a inmigrantes, exactamente como el mago de Oz convierte a los animales de su reino en literales chivos expiatorios. Su explicación “la forma de unir a la gente es dándoles a un buen enemigo… estamos haciendo esto para mantener a la gente a salvo, todos se van a beneficiar”.

Como dice una de las canciones que se cantan mutuamente, Elphaba y Glinda, “espero estes feliz al final”.

Una película muy distinta es Hereje, que utiliza como pretexto el género, para realizar una disección de la religión, disfrazada de historia de terror.

Dos misioneras de la iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días, la hermana Paxton (Chloe East) y la hermana Barnes (Sophie Thatcher) acuden a la solicitud de recibir más información de parte del Sr. Reed (Hugh Grant), un investigador religioso. Una vez en su casa, Reed voltea las cartas inmediatamente, convirtiendo la visita en un interrogatorio sobre la fe de las hermanas y el por qué creen lo que han creído, sólo porque alguien se los ha dicho. Empezando por creer que es seguro que entren a su casa, y que su esposa se encuentra dentro cocinando un pay de moras.

Reed ha estudiado todas las religiones concluyendo que todas son iteraciones eslavadas de alguna versión anterior, como juegos de mesa que han sido renombrados y modificados a través las décadas, como canciones plagiadas una y otra vez. Todas las doctrinas, proclaman ser la única y verdadera. Del judaísmo al cristianismo al islam al mormonismo. Cada iteración diluye el mensaje, obscureciendo el original. La religión es sólo una ideología a la venta.

En un tenso juego de gato y ratón, que recuerda a Martyrs (2008), Reed lleva la fe de las hermanas al límite, y como en No hables del mal (2022), demuestra que él las ha llevado hasta esa situación porque ellas así lo permitieron.

Una impactante advertencia sobre el poder de la religión para ejercer el control, en un momento histórico.

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